sábado, 26 de diciembre de 2009

Benitoman, vuelveeee!!

Según la historia oficial trazada por el PRI, que gobernó durante más de setenta años este país, la nación tiene una esencia moderna y liberal que se fue conformando a partir de acontecimientos muy precisos, que fueron delineando el sistema social y político que los mexicanos “somos”. Uno de esos hitos es el de la reforma liberal de mediados del siglo XIX, que se plasmó en la Constitución de 1857 y en las sucesivas reformas. Según ese cuento de libro de texto, el Estado es laico y la educación es laica y la iglesia como que ni existe. Pero, se trata de una ausencia extraña…

Pensaba en esos liberales que “nos dieron Patria”. Por mucho que se les critique por las consecuencias negativas que trajeron sus reformas, principalmente en lo relativo a la intención de expandir la pequeña propiedad privada (que trajo como consecuencia el despojo y el acaparamiento), lograron algo que se había intentado al menos desde 1833, con las reformas de Gómez Farías: separar al Estado de la iglesia católica. Ellos pusieron por primera vez en papel oficial que la iglesia no tenía nada que ver con el manejo de la política en este país, simplemente omitiendo el artículo que había estado en todas las constituciones anteriores que decía algo así como: “la religión es y será la católica apostólica y romana”.

Implícitamente, en la Constitución de 1857 la iglesia ya no era una misma con el estado, y la gente podía libremente ejercer la religión que le diera la gana y la iglesia no podía tener posesiones ni hacer actos de culto público. Ya después, estas leyes no desaparecieron, pero no se cumplieron del todo porque, no hay que dudarlo, para los políticos tener de aliada a la iglesia les da una ventaja que ninguna otra corporación les puede dar: el control de las conciencias. Porfirio Díaz lo entendió muy bien, y ya después de la revolución los priístas también. A partir de la presidencia de Ávila Camacho las relaciones de los políticos con la iglesia católica han sido tersas tersas como el terciopelo.

Desde 1992 la situación se volvió todavía más amistosa, porque se anuló una ley que prohibía a los sacerdotes y prelados poder participar en elecciones. Si bien sólo se aceptaba que podían votar, el significado era que a partir de ese momento se le abrían las puertas a la iglesia para que participara abiertamente en política. Aunque finalmente lo había hecho desde siempre, incitando a los laicos católicos a inclinarse hacia uno u otro lado de la balanza, ahora eso se podía hacer con mayor soltura y sin represalias: se estaba aceptando que públicamente la iglesia podía tener una voz como institución en el juego político.

Todo esto ha tenido un peso enorme en la manera en que se han manejado muchos asuntos de la agenda nacional en los últimos años en nuestro país, porque la iglesia y algunos políticos se aprovechan de que el mismísimo dios habla a través de la boca de todo sacerdote. Ejem ejem!, más bien de que eso es lo que creen muchos.

Pero las cosas ya están llegando a un extremo insoportable, como el Fecal dando un discurso en el encuentro de las familias o la iglesia condenando leyes, como las que tienen que ver con el derecho de las mujeres a decidir su maternidad, y más recientemente la de la unión de parejas del mismo sexo. Pero el escándalo rebasa la línea del cinismo en cosas como el Papa bendiciendo al Peña Nieto en una situación disfrazada de oficialismo diplomático, en la que la otra corporación más mierda del país pone la cereza del pastel con una actricilla como puente entre la noticia política y los espectáculos. Vaya espectáculo más decadente!

Me caga ver que se use a dios (pura retórica) como anzuelo incuestionable para lograr fines de manipulación pura. Es (repulsivamente) admirable como el Peña Nieto Neutron ha logrado mover todas esas piezas para hacer que la población católica y telenovelera caiga en el jueguito.

Me caga que exista un tequila que se llame cristeros!!

Pero me encanta este video.

Ella no es una psicópata que requiere ayuda psicológica. Es una mujer harta de tanta basofia. Desde el zapatazo a Bush el discurso público, ese en el que se mantiene el decoro y los protocolos se cumplen como señal de respeto, se está yendo al carajo en muchos lados…

lunes, 21 de diciembre de 2009

La teología de mi niñez.

Me gustaba la Navidad hasta que pensé en los kw/h desperdiciados y en las Cocacolas disfrazadas de Santa. Ahora pienso en lo que se ha convertido eso de celebrar el nacimiento de Jebús, y no es que sea nostálgica de las tradiciones cual si fueran acciones enfrascadas en una burbuja ajena a su entorno, pero eso de que el “intercambio” sea el momento cúspide de la Noche Buena me parece algo decadente, aunque en realidad recuerdo muy pocas cosas de la Navidad que tengan que ver con su supuesto verdadero significado. Sin embargo, hoy estas fechas me han hecho pensar en la religión que me inculcaron, y que negué apenas tuve un pequeño dejo de conciencia de que podía pensar por mí misma.

Soy ateísima comecuras desde hace muchos años, y tratando de explicarme este largo proceso de autosecularización, he llegado a crearme una historia de negación divina en la que me veo en mi niñez temiendo a un dios maldito, que me vigilaba todo el tiempo y cuyo poder inconmensurable me arrastraría a las llamas del infierno algún día. Estaba convencida de mi maldad innata, y mi primera (y única) confesión el día de Mi Primera Comunión estuvo llena de estupideces, como que no me comí el sandwich a la hora del recreo.

Era muy pequeña, y escuchaba hablar de dios en un retiro de hermanos franciscanos, en el que pasé todos los fines de semana durante unos dos años. Me llevaban mis papás junto con mi hermana el sábado en la mañana, y nos recogían hasta el siguiente día (debían pasarla de lujo sin hijas). Creo que lo único que le puedo agradecer al dios es que no me violaron allí, aunque para ser sincera me gustaba mucho ese lugar, porque tenía muchas amiguitas y me la pasaba jugando. Fue así que todo esto me fue configurando paulatinamente como una niña muuuy religiosa, que no podía irse a la cama sin rezar dospadresnuestrosyunavemaria y que ocupaba mucho tiempo en pensar en “lo divino”. Ahora que lo recuerdo, creo que eso debe tener relación con que soy una neurótica y mi cerebro se la pasa maquinando fuera de control.

A tal grado llegaba mi devoción en aquellos días, que a los seis años estaba considerando seriamente el ser monja, porque me parecía que era un camino de vida muuuy fácil y, por supuesto, significaba que no me iba a ir al infierno.

Mi convicción de que dios era un maldito se debía a que lo único que escuchaba de ese señor es que era un hombre de barba (ese pedo de la Trinidad ni siquiera me lo mencionaron, seguramente porque resultaba más pedagógico enseñarme una carita y ponerle el letrero de “Dios”, que hablarme de una abstracción extrañísima que me podía causar ezquizofrenia), que sabía todo, estaba en todos lados y que incluso podía escuchar mis pensamientos. No me dejaba ni un recoveco para escondereme de él, y lo peor de todo: su hobbie favorito era castigar a los pecadores. Como creía en dios, pues el diablo también andaba haciendo de las suyas, claro que debajo del suelo en mi gráfica y simplona concepción estratificada “cielo-tierra-infierno”.

De ahí que la idea de que había un mundo invisible paralelo con dios-diablo, que además era donde se decidía lo que me pasaba en mi realidad, me llevó automáticamente a creer en todas las cosas sobrenaturales que escuchaba por ahí. Así por ejemplo, recuerdo que algún día un compañerito chismoso de la escuela me dijo que todo lo rojo era del diablo, lo que me llevó a tratar de evadir compulsivamente absolutamente todos los objetos que fueran de ese color. Cuando digo evadir me refiero a ni siquiera verlos. Ni qué decir de mi miedo a la oscuridad, los fantasmas, los chanques, los nahuales, la llorona y los pitufos (sí, le tenía miedo a los pitufos). A ese grado llegaban mis temores e ingenuidad.

Pensando en todo esto, me doy cuenta de la deficiente educación religiosa que tuve, no únicamente dentro del retiro aquél, sino dentro de mi familia y en general en el lugar en el que me desarrollé. Bendita chilangolandia! Ciudad de la moral liviana y del catolicismo de morondanga. Aquí las iglesias están dignamente vacías la mayoría del tiempo,  las misas llenas son las que terminan en pachanga y borrachera y la devoción popular incluye igual a la Virgen que a la Santa Muerte, aunque los curas se enojen. Y por  fin, las parejas de homosexuales pueden adoptar niños. Va a estar divertida la prensa católica (soy su fans, es más divertido leerla que oír chistes del Jojojorge Falcón).

Celebro el día que me convencí de que el dios era un obstáculo mental. El primer gran cuestionamiento, la primera gran decisión razonada y rebelde, fue haberme librado de las ataduras de la idea de que había algo que tenía un control que yo jamás podría alcanzar. Era como traer en la mente un candado irrompible que me impedía darme cuenta de que yo soy dueña de mi destino, y de que no puedo esperar nada más, que lo que traigan mis decisiones y acciones.

-Lo que sigue es muy complicado para ustedes. Mejor voy a enseñarles las cosas a mi modo. No saben nada de religión, ¿verdad?

Hicimos un gesto negativo.

-Entonces es necesario que sepan lo más importante: hay infierno.

No era una revelación. Otras veces habíamos oído pronunciar esta palabra. pero sólo hasta ahora estábamos aprendiendo que significa algo rojo y caliente donde hacían sufrir de muchas maneras a quienes tenían la desgracia de caer allí. Los bañaban en grandes paroles de aceire hirviendo. Les pinchaban los ojos con alfileres “como a los canarios, para que canten mejor”. Les hacían cosquillas en la planta del pie.

[…]

-Al infierno van los niños que se portan mal.  

Rosario Castellanos

Balún-Canán

domingo, 6 de diciembre de 2009

De Juanito Teletón y perreo

(Decidí que incluiría una nueva palabra en mi vocabulario: Teletón. Como el lenguaje es dinámico, y lo hacen los hablantes, propongo que el significado de esta palabra sea el siguiente:

“Teletón. adj. Dícese de una persona que se distingue por carecer de entendimiento, y por ello es capaz de ser manipulado y creer mentiras, incluso cosas tales como que Televisa es una empresa con responsabilidad social.”

Ya mucha gente la usa para decir que alguien es estúpido o “tarolas”, gracias a la preocupación de Televisa por exhibir a niños discapacitados, fomentar la discriminación y obligar a la gente a como dé lugar a pagar sus impuestos).

Cuando estaba en la casilla votando por el Juanito Teletón me imaginaba  al Chucho Ortega encabronado por el resultado, y por eso yo remarcaba más mi crayolita en la boleta. Hoy ya estoy hasta la madre de escuchar cosas del pendejo del Juanito Teletón.

Debo confesar que cuando arrasó su nombre en las elecciones, sentí cierto orgullo de mi Delegación, de “mi barrio” y de “mi gente”. Creí que después de todo, no estaban tan mal las cosas y que se demostraba por fin que uno se podía valer de la institucionalidad para darle en la madre a los “poderes hegemónicos”, en especial a las televisoras y al Trife, que hacen lo que les da la gana. Y debo confesar también que en mi boleta, en la parte de atrás (pa que no fueran a anular mi voto) escribí algo así como “me cago en el trife”. Escribir cualquier cosa en contra de las instituciones es causa de anulación, pero probablemente como lo puse atrás ni lo vieron los escrutadores y mi voto pasó. Aunque ahora pienso que si no lo vio nadie, ¿de qué chingados sirvió escribirlo?…

Aunque pienso en la evangélica frase: “perdónalo, no sabe lo qué hace”, sigo sintiendo harta rabia de toda esta situación. Pinche Juanito Teletón.

Por cierto, hablando de temas decadentes, Pakito me acaba de mandar un link de los regaettoneros para burlarnos de ellos. Son taaan deprimentes. Mientras estaba viendo los videos del perreo me acordé de que en la semana encontré un artículo publicado en “El Universal” en 1922, acerca de los peligros de los bailes “inmorales” como el fox-trot y el danzón:

...dichos bailes conducen a las mujeres a la esterilidad, y en las que no son estériles, el sentimiento maternal se altera, al grado de que se ha observado un aumento de 4 a 5 por ciento de niños abandonados. En las jóvenes produce estados muy marcados de neurosis.

No es menos grave la repercusión de estos bailes en el porvenir de la familia, pues en las jóvenes produce a veces la ruina moral definitiva y a los jóvenes los aleja del matrimonio, pues encuentran que estas señoritas no son dignas de fundar una familia, ni de reinar en ningún hogar.

Me pregunto qué opinaría el autor si viera cosas como esta:

Puag! Qué fea música. Como sea, la frase la incluiré en mi tesis por hilarante. Me gusta pensar que el autor se volvería a morir de ver sus letras junto a este espectáculo decadente, y como no puedo hacer eso en mi tesis, pues lo pongo aquí.

Esos regettonearos también están bien Teletón.

martes, 24 de noviembre de 2009

El Huarache Liberador

Una vez conocí a un tipo que vino al DF desde Sonora para apoyar el movimiento de resistencia civil pacífica convocado por Pejeman. Yo solía pasear en el plantón de Reforma como si visitara cualquier rincón turístico, mirando un escenario excéntrico que al mismo tiempo me atraía por el nítido color a genuino. Me emocionaba caminar por ahí y ver a la banda jugando ajedrez escuchando a Silvio, mientras detrás se proyectaban documentales del Canal 6 de Julio en medio de un escenario atascado de caricatura política.

Ni siquiera me acuerdo del nombre de ese güey. Me lo presentó una amiga que anduvo acampando ahí muchos días, y es un personaje memorable para mí porque me llevó a conocer “El loco mundo del Huarache Liberador.” La teoría principal que sostienen los habitantes de ese mundo, es que algún día las profecías prehispánicas  se cumplirán, trayendo un cambio de era en el que reinará la justicia y se volverá a “nuestras raíces.” Según el compita sonorense, Pejeman es una especie de reencarnación de Quetzalcóatl, cuya venida ya había sido anunciada desde tiempos inmemoriales.

Ya con unos teoctlis (pulques) encima, me empezó a tirar un choro incomprensible en el que los actores principales del drama eran las deidades prehispánicas. Me decía cosas como que la sabiduría ancestral rememorada gracias a nuestros abuelos, regía nuestra realidad, mientras hacía todo un pequeño ritual para tomarle al pulque (como darle vueltecitas y decir palabras con muchas x y z juntas) y hasta me quería pasar energía con las palmas de sus manos. A mi me parecía bastante divertido todo eso y aún me trae carcajadas espontáneas, pero más allá de lo hilarante del asunto, todas esas ideas de que la verdadera identidad de los mexicanos está en el idílico pasado remoto previo a la llegada de los españoles (corruptores de nuestra escencia) funcionan realmente como escapes –exóticos- esperanzadores frente a  una realidad requete negra.

Son discursos fáciles de asimilar, porque al igual que cualquier otro discurso religioso o mísitico, los sucesos que acontecen son causados por un ente externo a la dinámica de una “realidad” protagonizada por gente concreta que hace cosas humanas.  Es verdad, no hay nada más difícil de aprehender que el azar y el capricho humano.

No sé si aquél muchachito esté ahorita esperando las señales divinas mirando el cielo, pero tal vez sea más sensato eso que esperar que aparezcan por televisión cada seis años… 

(jajaja-risa espontánea).

viernes, 6 de noviembre de 2009

Adiós a las Lunas de Octubre!

Recuerdo que algún día le dije a mi papá que mirara la Luna, porque estaba hermosa. Me contestó que no traía lentes, y no podía verla. Ahora me pasa igual a mi: soy miope. Si trato de mirar hacia ella sin lentes, veo una mancha luminosa e indefinida con un halo alrededor que me impide aún más distinguir su imagen.

Mirar el cielo siempre me ha parecido fascinante, pero vivendo en esta ciudad eso es algo que no tiene mucho sentido, porque la luz que la inunda todo el tiempo hace imposible observar las estrellas. En cambio en muchos lugares de provincia, voltear la mirada hacia arriba es un verdadero placer.

Hace poco platicaba con mi amiga Nancy sobre los viajes (físicos, no mentales). Yo le decía que no suelo demostrar mucho entusiasmo ante eso, que es algo que muchas personas anhelan y disfrutan como lo mejor que hay. A mi sí me gusta, le decía, pero tampoco es lo máximo. Simplemente voy de aquí para allá, me transporto, observo, camino, corro, grito, etc. pero es una actividad cuasinormal que no celebro ni nada; la vivo y ya. Incluso le platiqué que la última vez que viajé a la playa ni siquiera me metí al mar, y se sorprendió muchísimo.

Ahora que pienso en la Luna y las estrellas, creo que me puedo crear la historia de que me encanta ver el cielo fuera de la ciudad y que por eso quiero viajar, y lo anhelo y lo planeo y me emociono y lo hago. Si, se me antoja ir lejos de aquí, en donde las estrellas brillen y yo mire hacia el cielo y entrecierre los ojos para tratar de tener una imagen un poco borrosa y sin detalles, pero por lo mismo más completa del cielo. Como si tratara de crear en mi mente un cuadro entero de lo que miro a través de la opacidad y la falta de nitidez que me impida concentrarme en un punto del firmamento, o en una sola estrella. Tal vez también esté el mar en ese cuadro, y la brisa moviendo mi cabello mientras la humedad envuelve mi cuerpo. Genial!

Además, la desconexión que implica adentrarse en la dinámica de un viaje simpre reconforta frente a la cotidianidad sofocante de la vida citadina. Salirse del contexto para, simplemente, estar.

Pero… estando hasta el cuello de ciudad, es imposible olvidarse de los conflictos. Mes de octubre, se van tus Lunas y dejas la desazón, la sorpresa y el coraje.

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viernes, 23 de octubre de 2009

Guanabi iztapalapechi

Salí de mi depa en la Roma para visitar a mi única amiga que vive en el oriente. Sentía una especie de aceleración cardiaca al bajarme del metro Iztapalapa, pero hacía ya varias semanas que recibía llamadas constantes de mi amiga para que fuera a visitarla, y sentía ya cierto hartazgo por su insistencia. Finalmente es buen pedo y siempre tiene mota, además de que causa en mí una extraña sensación, como si los múltiples colguijes y pulseritas curiosas que utiliza tintinearan al unísono de su ronca voz hablando de  un mundo subterráneo que me intriga. Suele hablar de pordioseros y de igualdad, mientras aspira una bocanada y me invita a escuchar con atención el requinto que está por sonar en la rola que escucha en su desgastado ipod que, según me dijo, le compró al Rober en el tianguis de Santa Cruz.

Me dijo que me esperaría en la panadería Santo Domingo, pero salí del metro y no estaba. El escándalo retumbó en mis oídos con el súbale súbale característico de ciertos personajes pintorescos cuya supervivencia está atada a la potencia infinita de sus cuerdas vocales. Había desayunado un queso maki muy temprano, y a esta hora ya tenía algo de hambre, pero no veía ningún subway cercano, así que le propondría a mi amiga buscar algo de comer antes de partir hacia las aventuras nocturnas que me aguardaban, cual fauces halitosas de una bestia hambrienta que me engulliría hacia sus entrañas. Esperaba partir rumbo a algún insalubre tuburio cual viajero europeo que se adentra en un país exótico para divertirse mirando las excentricidades y el folclor de quienes, lo sabe, lo miran como un ser extraño y fascinante que luce siempre parsimonioso ante lo que, en el fondo de sus entrañas, le asusta.

Por qué tarda tanto, pensaba mientras miraba la inmensa fila de gentes en espera de subirse al micro. Sus miradas perdidas me causaban cierto temor, como si observara al cazador que en cualquier momento puede darse la vuelta y atacar a una presa desprevenida. Decidí que sería mejor no sacar mi cel, o sea que seguiría esperando sin llamarle a mi amiga. Estaba tratando de recordar si le había dejado la función vibrar, porque no quería que sonara en este lugar. No quería sacarlo aquí. Por favor ya llega…

Mientras la esperaba recordé cómo la había conocido. Fui con mis amigos al celtics y ella fue nuestra mesera. El wey que traía el carro se puso hasta su madre con unos ajos, y los otros dos weyes que venían conmigo y mis amigas Lily y Paty estaban tan ebrios, que terminaron comprando tragos en la barra para dos viejas que, además, les sacaron la cartera y las llaves. Mis amigas y yo, que ya andábamos en el flirteo con unos tipos cuyos rostros ya no recuerdo, nos dimos cuenta de que los papás de Lily ya le habían llamado a su cel como 15 veces. Ella estaba bailando una rola de Black Eyed Peas mientras tiraba el trago que tenía en la mano. Fue entonces que la mesera –ahora mi amiga- nos traía la cuenta porque ya estaban por cerrar la barra. Le dijimos que queríamos seguir bebiendo y ella nos contestó que con este pedo de la nueva ley, tenían que cerrar en ese instante. Yo quería seguirle, pero mis amigos ya estaban hasta su madre y fue entonces que ella me invitó a seguirla, si quería, en la casa de un mesero. Dije que sí. Fue el primer acto liberador que me llevaría por caminos sinuosos hacia la sensación de que todo es humedad y escurre grasa y mugre del ambiente. Esa noche me acosté con un mesero, y ese fue el segundo acto de liberación. Su saliva era de cerveza y tequila barato….

Por fin llegó y me dijo que me llevaría a una pulquería que está en la punta de un cerro. Veríamos allá a sus amigos. El exotismo no podría haber sido menor, porque finalmente el encanto de este viaje es dar un salto hacia la otra lógica, cuya puerta de entrada carece de cadenas y da el poder de ver el contraste entre la oscuridad aderezada con luces artificiales, y la simple oscuridad sin acentos.

 

Importantes notas:

1.-Este texto está inspirado en la basofia que publican en la revista Picnic.

2.-Este texto le debe mucho a Nancy, quien suele contarme la vida nocturne condechi.

3.- Gracias a Lila sé que se dice “tuburio” y no “tugurio.”

4.- Es más importante el contenido que la forma. Estoy convencida de ello.

domingo, 11 de octubre de 2009

Menoccio

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Lo vi trepar por las bardas y lo alimenté.

Hace como seis meses que está siempre fuera de mi puerta.

sábado, 10 de octubre de 2009

De vegetarianismo y excentricidades justificadas.

He soñado ya varias veces que estoy sentada a punto de comer y me traen un bistec. Entonces el sueño se torna pesadilla, porque me dicen que eso es todo lo que hay. No puedo pedir una ensaladita, ni unos nopalitos ni nada más. Sólo hay carneeee!!! Es pesadilla, porque por más que quiero, no puedo decir que no. Comienzo a masticar el pedazo de carne y siento como si estuviera en pleno proceso de tortura. Siento mucho asco, y termino escupiendo.

Llevo ya un tiempo sin consumir nada de carne. Comencé desde que tenía como 17 años, dejando primero la carne roja. Comía pollo de vez en cuando, y a veces pescado, pero desde hace aproximadamente un año (o será más?) decidí que no podía seguir en ese término medio: si quería optar por el vegetarianismo debía decidirme de una vez. Así lo hice, y me sentí muy bien al saber que puedo tomar el control de un aspecto como la alimentación siguiendo mis convicciones. No es una especie de prueba de resistencia o algo así, sino simplemente la puesta en marcha de una opción bien razonada que tomó tiempo en gestarse.

Ahora, teniendo mayor autoridad moral para pensar en el asunto del vegetarianismo, me han venido constantemente ideas a la mente acerca de la posiblidad que tienen los seres humanos para decidir asuntos tan fundamentales como el régimen alimenticio, que parece pertenecer más bien a los instintos. Si se puede tomar la decisión de vivir acorde a las ideas y dejando de lado las dificultades de pueden resultar de esa decisión, entonces uno parece saltar más allá de la inmediatez del entorno, y se convierte en un ser consciente de sus acciones.

Bueno, pues es por ello que comienzo a entender porqué algunas religiones, primordialmente las orientales, consideran el ascetismo (dejar de lado los placeres corporales, entre ellos el de la alimentación) para acceder a un autoconocimiento. Yo soy totalmente antiespiritual, pero he pensado ultimamente que eso que llaman “paz interior” “sabiduría interna” (y demás ambigüedades y juegos de palabras abstractos e incomprensibles para una persona sin alma, como yo) tienen que ver con el hecho de lograr prescindir de los estímulos que dan los sentidos para ver un poco más “hacia adentro” o yo diría, para empezar a oír la vocecilla que habla de vez en cuando dentro del cerebro y que suele decir cosas interesantes siempre que se le ponga suficiente atención.

En un mundo tan lleno de estímulos, inundado por todos lados de la promoción de los placeres (simplemente porque estos significan consumo), la posibilidad de pensar, simplemente de PENSAR, se vuelve la opción menos divertida, y también menos rentable. El vegetarianismo va en contra de la maquinaria que mueve al consumo irracional, porque significa una opción en la que se opta por la salud y lo más importante, por la consciencia, que entra en marcha al rechazar la muerte como un trámite para continuar la vida.

Pensar todas estas cosas me ha llevado a radicalizarme un poco, y aunque sé que a veces todas estas cosas suenan medio descabelladas, he pensado también que el consumo de carne fomenta el desprecio por la vida y la idea de que la especie humana es superior a otros seres,  llámense animales o sistemas naturales, y puede controlarlos según sus intereses. También se me ha ocurrido que comer carne hace brotar los instintos de caza, y con ello, la actitud violenta. No sé con certeza científica si estas cosas que se me ocurren son coherentes, pero al menos tampoco estoy científicamente convencida de lo contrario.

Observe la correlación entre la religión y la dietética. Los cristianos comen carne, beben alcohol, fuman tabaco; y el cristianismo exalta la personalidad, insiste en el valor de la plegaria pedigüeña, enseña que Dios siente cólera y aprueba la persecución de los herejes. Lo mismo pasa con los judíos, musulmanes. Kosher y el colérico Jehová. Vaca y ternero… y supervivencia personal entre los huríes, Alá vengativo y guerras sagradas. Ahora, observe a los budistas: legumbres y agua. ¿Y cuál es su filosofía? No exaltan la personalidad, no tratan de trascenderla, no imginan que Dios pueda estar colérico; cuando no son ilustrados creen que es compasivo y cuando lo son creen que no existe, a no ser como el impersonal espíritu universal. Por ende, no ofrecen plegarias de pedigëños, meditan… o en otras palabras, tratan de anegar sus espíritus en el espíritu universal. Por último, no creen en la providencia especial de cada individuo; creen en el orden moral donde la carta le es impuesta a uno por el conjurado pero solo porque las anteriores acciones de uno le impusieron al conjurado imponérsela a uno. Estamos aquí separados por varios mundos de Jehová y Dios Padre y de las almas individuales eternas. Resultado, claro está, de que pensamos según comemos.

Con los esclavos en la noria.

Aldous Huxley

jueves, 1 de octubre de 2009

Remember Septiembre- contenido: más new age reloaded pero con tintes psicoanalíticos de patatiux.

Comencé el mes muy entusiasmada con mis ondas new age de los sueños. La idea de poder controlar lo que sucedía en mi subconsciente me atrajo por el simple hecho de que en el mundo onírico todo es posible. O sea, si se me ocurría por ejemplo, ponerme a traspasar las paredes, arrancarme la cabeza, o incluso controlar el comportamiento de lo que había a mi alreddor, incluyendo personas, podría hacerlo en ese mundo en el que las leyes de la “realidad” no existen. Pero poco a poco fui desistiendo de ello por simple indiferencia. Eso me decepciona, pero el verdadero problema es el insoslayable hecho de que la realidad, me guste o no, rige la aburrida, lineal, corpórea y física vida que me toca vivir en este lugar en el que me tocó estar.

Los primeros días que me dormía pensando en ejercitar mis habilidades oníricas pude realmente explayarme dentro de mi inconsciente. Llegué a tener, en una noche, hasta siete sueños recordándolos a la perfección, con detalles de lo más curiosos. Tal cantidad de actividad cerebral me obligaba a despertar de madrugada, como si mi mente tuviera que darse un break a media noche para continuar con las neurotransmisiones hilarantes y surreales.

Uno de los ejercicios que se deben hacer para alcanzar el control de los sueños, es esforzarse por recordarlos, y la mejor forma es escribirlos inmediatamente al despertar. Se dice que se debe de hacer lo más rápido posible, en esos momentos en que la mente aún no se ubica del todo y parece estar más en la lógica del sueño que en la de la realidad: justo el instante en el que los ojos aún no se abren fácilmente, las lagañas siguen en su lugar y uno se siente pegado a la cama. Pues yo lo hice, y me esforcé por escribir las cosas rápido, sin pensar mucho, tal como iban apareciendo en mi mente:

Anduve en patineta con dos chicas menores que yo. Les contaba que yo nunca lo había hecho. Por alguna extraña razón yo tenía mi propia patineta y la usaba muy bien (cosa que me sorprendía). Avanzaba con ellas afuera de mi calle y me sentía muy cool, aunque al mismo tiempo me sentía un poco ridícula porque ya estoy grande. Incluso pensaba que podría ir en patineta a todas partes, y hacer trucos en ella.

Mi patineta era muy nueva, y la de mis amigas,vieja. Como yo no sabía nada de patinetas les preguntaba cuánto costaba, y al parecer encajaba bien en ese mundillo.

Lo verdaderamente importante de este tipo de ejercicios, es que los sueños realmente dicen cosas de lo que uno piensa, siente o atraviesa en un momento determinado. Ya sé que eso ya se ha dicho hasta el cansancio, pero por más que uno haya leído a Freud, el autoconocimiento a través de los sueños parece estar más en el sentido común que en la experiencia psicoanalítica. Lo digo porque, poniendo como ejemplo mi minisueño skate, me resultó muy evidente un significado, no simbólico a la manera junguiana, sino simplemente de cosas que pasaban por mi mente de repente.

Pude interpretar que al soñarme patinando con adolescentes con quienes me sentía un poco fuera de lugar pero al mismo tiempo parecían aceptarme, y más aún, yo era mejor que ellas, en realidad estaba apareciendo en mi sueño una idea que había rondado en mi cabeza por aquellos días, porque había platicado mucho con mis alumnitos de secu por el messenger. Según mis teorías pedagógico-empíricas, los chavitos agarran la onda de lo que uno les dice siempre que esas cosas estén dichas en su lenguaje, y por eso yo me esforzaba con ellos durante las clases por ser “chida” y tratar de interesarlos en cosas que, de entrada se les hacen aburridísimas. Todo esto va porque al platicar con ellos en el messenger, ya fuera del salón, yo seguía poniéndome en la postura de la buena onda, e incluso llegué a adoptar el lenguaje messenger teen, incluyendo palabritas como seeee, en lugar de si, o los clásicos XD :) y ¬¬.

El pedo es que llegó un momento en que me sentí ya medio ridícula, adoptando esa forma de expresión que no es de mi generación, porque, ni pedo, me gusta escribir con mayúsculas cuando corresponde, poner acentos y respetar la gramática. El caso es que la barrera generacional se dejó ver, y por más que quiera, debo aceptar que ya crecí. Incluso mi versión de lo teen de mi sueño, en realidad es la yuxtaposición de lo que en mi época era teen. ¿los chavitos todavía andan en patineta?

Bueno, pues mi cortísima experiencia onironauta me sirvió para darme cuenta de que la introspección puede funcionar mejor con el pequeño esfuerzo de pensar en uno mismo a través de elementos como el del sueño. He tenido muchos sueños últimamente, incluyendo ya varios sueños lúcidos (cuando en el sueño, sabes que estas soñando, o mínimo te entra la duda), y un falso despertar (cuando según despiertas, te levantas de la cama normal, y luego te das cuenta de que en realidad sigues soñando), lo que es bueno, porque algo he avanzado. Pero para lograr explorar mejor el mundo del inconsciente necesito más disciplina e introspección. A veces ésta no es tan agradable, porque saber más de uno mismo siempre es peligroso, por el riesgo de descubrir cosas indecibles que por algo habían estado escondidas, sin mencionar que la cordura también reside en el olvido…

Me dijo: Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo. Y también: Mis sueños son como la vigilia de ustedes. Y también, hacia el alba: Mi memoria señor,  es como vaciadero de basuras.

Funes el memorioso

Jorge Luis Borges

jueves, 24 de septiembre de 2009

La tercera raíz

Todo comenzó con un leve dolor, que incluso se volvió rutina: me estaba, de nuevo, saliendo la muela del juicio. Ya había sentido ese dolorcillo antes, y en realidad nunca le había prestado mucha atención. Sin embargo, esta vez fue distinto.

El dolor no cesó, sino que cada vez fue mayor, y la inflamación también aumentaba. Pero aún así no estaba dispuesta a ir al dentista. De sólo recordar el estéril olor a consultorio y los instrumentos odontológicos dignos de una condena inquisitorial medieval, podía sentir que mi estómago se revolvía y mi ánimo se iba al inframundo. Pero no aguanté más y tuve que ceder. Mi libertad se vio limitada por la circunstancia: ya no podía elegir, debía ir al dentista.

La operación fue el acto más espantoso que he vivido. Nunca antes mi corporeidad había sido manipulada por manos extrañas que, con pericia eso sí, maniobraban dentro de mí introduciendo objetos extraños y agresivos. Me habían cubierto por completo, dejando sólo un hueco en mi boca, por lo que lo único que podía ver era la luz que se traslucía a través de la tela azul cielo. Tenía que imaginarme qué estaba sucediendo a mi alrededor, y aunque intenté pensar en cosas bonitas, era imposible apartarme de mi entorno. Fue la hora y media más sufriente de mi vida.

La muela tenía tres raíces, cuando generalmente tienen una, o máximo dos. El cirujano tuvo que cortarme una parte del hueso para sacar la tercera raíz que se había aferrado a la carne. La tercera raíz puede ser tres cosas: a) un accidente de la naturaleza, b) una mutación evolutiva, o c) peor aún, como la muela del juicio es una reminicencia de los seres humanos primitivos que tenían el hueso maxilar más grande, mi tercera raíz es un síntoma de la involución. ¿Seré el eslabón perdido que en el futuro hablará del proceso por el que el ser humano devino de nuevo en mono? ¿Mi muela de tres raíces estará algún día exhibida en algún prestigioso museo de historia natural? ¿Seré rechazada por las generaciones venideras? o mejor aún ¿Seré venerada en alguna religión del futuro?…

Las probabilidades de que algo así pase son pocas, pero es divertido pensar que mis deformaciones me hacen ver, una vez más, que la normalidad y los cánones establecidos no son pa’ mi.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La holgazana

Suponiendo que nada pasa a mi alrededor, paso el tiempo reconociendo constantemente el sabor dulzón del rosa algodón de azúcar. He podido disfrutar que  se pegue a mi paladar y se desvanezca dejando su rastro de caramelo de aire. Me atrevo a no pensar, a simplemente emocionarme con los acordes del pandero mezclados con el pianito y sólo puedo sonreir.

Me he sentido muy contenta ultimamente. Sin pensar tanto en el calentamiento global y gozando de la tranquilidad que da el hecho de saberme en una situación privilegiada que, además, está segura para rato, me voy acostumbrando al olor a frutas de mi crema corporal. Despertar tarde, rascarme la cabeza y ver mi rostro frente al espejo mientras pienso que tengo el día entero para dedicármelo a mí si ninguna presión, me ha hecho disfrutar eso que algún día critiqué como lo peor que puede hacer alguien: holgazanear. Pero recordando el libro El filo de la navaja de Somerset Maugham, la “holgazanería” es la mejor excusa para desenfadarse de lo que los demás juzgan como lo correcto. En lo que muchos pueden ver holgazanería, yo veo desarrollo intelectual jje!

Yo sé que cuando mis vecinas chismosas preguntan “¿ya acabaste la escuela?” y yo digo que si, ellas piensan que soy una holgazana por no salir a trabajar a las seis de la mañana con mis zapatillas y mi lonchera bajo el brazo. Me preguntan, debido a su extrañeza “¿y a qué te dedicas?” “Trabajo,” contesto. 

Pues siiiii. No ejerzo una actividad “productiva” en el sentido comercial, pero me la paso trabajando en mi casa, leyendo y esas cosas. O sea, holgazaneando, como diría Maugham. Bueno, pues me encanta que tengo todo el tiempo para, simplemente, ser y eso me hace feliz.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Remember Agosto, maíz y cavilación new age: me estoy volviendo onironauta.

1.-

Me sorprende el hecho de que en los últimos días los puestos de elotes han crecido exponencialmente. No sé si adjudicar tal boom esquitero a la crisis o simplemente a la temporada, pero sin duda el maíz debe salvar a muchas familias del hambre, y da para comprar tortillas y poder “echarse un taquito.” Por lo pronto, al bajarme del pesero y caminar rumbo a mi casa –no más de diez minutos- he podido contar cinco puestos de elotes que venden  diversas y deliciosas variedades: esquites con patitas, esquites sin patitas, elotes con mayonesa y elotes al carbón (éstos, según yo, son los mejores).

Pues tal presencia del maíz me hace recordad la leyenda maya de los “hombres de maíz” que dice que los seres humanos fueron creados  de la siguiente manera:

He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre.

Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: "Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra." Así dijeron.

Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar la carne del hombre.

Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores.

De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas.

Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida: Yac Yac [el gato de monte] Utiú [el coyote], Quel [una cotorra vulgarmente llamada chocoyo] y Hoh [el cuervo]. Estos cuatro animales les dieron la noticia de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil y les enseñaron el camino de Paxil.

Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo, la sangre del hombre. Así entró el maíz [en la formación del hombre] por obra de los Progenitores.*

Seguramente algo de maíz tengo en mi sangre, ya que después de años y años de comer tortillas, pozole y palomitas, un poco de esa materia debo llevar en las venas. Es un bonito mito, que habla más bien de la importancia de ese cultivo para un pueblo agrícola muy distente, cuyas nociones de la realidad están totalmente alejadas de nuestras vivencias cotidianas. Como ahora la mayoría de nuestros alimentos llegan a nuestras manos sin ningún contacto con el proceso de producción, la valoración de lo que alimenta nuestros cuerpos es nula. Por eso de ahora en adelante le agradeceré a mi guisado que me esté dando vida jojo..

Seguiré, por lo pronto, “pensando en comenzar a planear mi proyecto” para cultivar mis propios alimentos. Oh si, ya puedo verme con mi overol y mi sombrero de mimbre cultivando chayotes y pepinos.

2.-

Cómo sea, no sé si soy de maíz, de polvo, de una costilla o de barro, pero sí sé que mi materia blanda no es más que un soporte efímero, cuya tangible presencia es limitada al hallar un freno constante en las leyes físicas de la “realidad.” Pero me gusta creer que puedo aprender a controlar el mundo onírico. Al parecer tengo una habilidad para actuar en mis sueños con consciencia de que estoy soñando; por lo pronto voy a practicar el reconocimiento de señales que me hagan saber en donde estoy: si tengo más de diez dedos en las manos, me da por volar, puedo respirar debajo del agua o puedo verme a mí misma, seguramente estoy soñando, y es entonces que comienza la diversión…

Está bien el mundo real (siempre y cuando no piense en los encabezados de los periódicos), pero el mundo de los sueños no tiene límites, además de que las reglas espacio-tiempo no existen. Por ello no hay causas ni consecuencias y no existe el paso lineal del tiempo, por lo que no hay pasado presente ni futuro; aunque sí existe algo parecido a la memoria, ya que en cada sueño se vive una identidad, que puede ser la misma de la vida “real” o cualquier otra.

Ejercitar estas habilidades es algo que me emociona harto, porque puedo vivir experiencias alucinantes (sin drogas) y recordarlas. Eso es precisamente a lo que aspiro. La culpa de todo la tiene una película: Waking life. Si si, me clavé… es que es muy buena…

3.-

Ha salido el cerdo capitalista de mis entrañas. Yo que decía que nada de cosas superfluas que fomentasen el consumo irracional y el deterioro de los recursos naturales, ya ando pensando en zapatitos y cremas perfumadas. Ahora mismo huelo a una deliciosa esencia de cítricos y quiero unas botitas cafés para usar con mis nuevos jeans. Lo bueno es que todavía no me entusiasma más una chamarra nueva que un libro. Deberé poner atención y frenarme antes de que empiece a tomar Coca-Cola.

 

*Popol Vuh, tercera parte, capítulo 1.

viernes, 28 de agosto de 2009

Visita guiada a Cuicuilco.

Cuicuilco es un parque ecoarqueológico, ubicado justo en medio de la caótica Ciudad de México. Su atractivo principal y más notorio es el gran basamento circular que puede observarse en todo su esplendor desde el Periférico, a la altura de Insurgentes. Al adentrarnos en este lugar podemos acceder a un espacio que parece alejarse del acelerado ritmo urbano, ya que la zona resalta por su inusual color verde dentro del grisáceo paisaje actual  del sur del D.F. Sus construcciones prehispánicas datan del periodo que se ha denominado como preclásico, o sea que estamos frente a uno de los sitios de mayor antigüedad en Mesoamérica; sin embargo, la riqueza arquitectónica ha logrado conservarse gracias a fenómenos naturales que hacen de estas piedras un monumento histórico, pero también geológico. Como sea, visitar este lugar es un alivio a la convulsiva vida chilanga, que a veces nos lleva a olvidarnos de que contamos con vestigios de nuestro pasado dignos de conocerse y disfrutarse.

Desde el Periférico puede observarse el parque, haciendo que el paisaje que comúnmente está atascado de anuncios publicitarios, grandes edificios de tonos grisáceos y automóviles varados, cambie y nos permita observar un espacio lleno de vegetación, que además nos recuerda la riqueza histórica y cultural de la que formamos parte. Detenernos un minuto a pensar en cómo lo que observamos a nuestro alrededor conforma nuestro propio ser, podría llevarnos a reflexionar sobre cómo la identidad misma tiene su base en nuestro entorno. El paisaje, que en la vida urbana está plagado de basura visual, forma parte de nuestra concepción del espacio y de sus símbolos. Por ello lugares como Cuicuilco significan un referente de una identidad milenaria que se encuentra siempre allí, incólume ante el tiempo y las profundas transformaciones que ha sufrido nuestra sufrida ciudad y sus sufrientes habitantes.

Periférico Sur.

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Basamento circular de Cuicuilco, desde el puente peatonal de Periférico.

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El acceso al sitio se encuentra sobre la Avenida Insurgentes, la más grande arteria de la Ciudad. Desde la entrada se dibuja un camino cuya dirección apunta directamente hacia la gran plataforma.100_3729

Es claro cómo al ser ésta la construcción más grande, los demás lugares que conforman el parque quedan en segundo término, pero son dignos de observarse muchos más detalles. Cuicuilco significa “lugar de colores y cantos” y su poblamiento comenzó aproximadamente por el 800 A.C. o sea que se trata de un lugar que fue habitado desde hace unos 2800 años! Las construcciones que se conservan hasta la actualidad son obviamente posteriores, ya que el establecimiento y desarrollo de centros poblacionales requiere mucho tiempo y trabajo, así como un desarrollo de conocimientos complejos, tanto arquitectónicos, como astronómicos y de lo que ahora llamaríamos “científicos.” No debemos olvidar que esos conocimientos estaban totalmente inmersos en las creencias religiosas de la época, por lo que los saberes, la política, la economía, la cultura, y todo lo que nosotros en la actualidad consideramos como cosas separadas, estaban impregnadas de una religiosidad omnipresente. Lo que ahora consideramos una zona arqueológica, hace 2100 años era un centro cívico ceremonial, es decir, que en él se exhibía el poder político y también se ejercía el culto.

La ubicación de este lugar facilitó el desarrollo de una civilización compleja, ya que contaban con abundantes recursos naturales. Los habitantes de Cuicuilco gozaron de la cercanía con el lago de Xochimilco, a unos 4 kilómetros de distancia, además de que contaban con manantiales y cuerpos de agua. Gracias a la abundancia de este vital líquido, los cuicuilcas pudieron dedicarse a la agricultura, además de la caza, pesca y recolección.

Aproximadamente en el año 400 D.C. ocurrió un fenómeno natural que modificó por completo tanto el paisaje como la vida social de sus habitantes: la erupción del volcán Xitle. Se cree que en aquel entonces el lugar contaba con unos 20,000 habitantes, número comparable con el de Teotihuacán en la misma época. Cuicuilco quedó cubierto por una capa de lava y cenizas volcánicas, tanto en su centro cívico ceremonial como en sus alrededores, que en total cubrían una distancia de unas 40 hectáreas. Esta explosión provocó un despoblamiento temporal del lugar, y se cree que muchos de sus habitantes migraron hacia Teotihuacán. Posteriormente, la piedra volcánica dio lugar a un nuevo terreno que se puede apreciar actualmente en la zona de San Ángel, Coyoacán y el Pedregal.

Ejemplos de piedra volcánica. Es notable cómo crece la vegetación encima de ella.

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En el museo de sitio pueden observarse distintos objetos encontrados en la zona. Hay desde joyas y adornos, hasta utensilios y herramientas de piedra, jade, obsidiana, pedernal y hueso. Hay también varias figurillas que resultan muy curiosas por sus formas y por su tamaño.100_3750

Estas, por ejemplo, dejan ver las ropas y adornos utilizados por los atiguos cuicuilcas. Es curioso que el sexo esta cuidadosamente elaborado. Si se ve con atención se distingue al varón y la mujer.

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En la zona se han encontrado restos funerarios. Se sabe que puede tratarse de personajes de un rango social elevado, que fueron enterrados cerca del centro ceremonial. La gente común era enterrada en los patios o incluso debajo de las chozas, con ofrendas y objetos de uso personal, así como alimentos para facilitar su tránsito a otra vida.

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En la parte posterior del sitio, se encontró una pequeña construcción que es poco visitada. Se le denominó “Estructura E 1,” y fue hallada en 1967 al mismo tiempo que se descubría un entierro que contenía un esqueleto, un collar de piedra verde y diversos utensilios de creámica. Si bien esta construcción es poco conocida, no deja de ser interesante, ya que a diferencia del gran basamento, ésta tiene una forma rectangular.

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Me llamó mucho la atención que justo frente a esta pequeña pirámide, hay una especie de ofrenda en la que seguramente se han llevado a cabo ritos recientemente. Es curioso cómo la religión prehispánica sigue ofreciendo elementos para un culto en la actualidad. Más aún con la ola de religiones New Age que toman retazos de todo lo místico y mágico de diversas creencias.

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Ahora sí, hablemos de la construcción estrella de este sitio. Se trata de un basamento circular de grandes dimensiones, que fue realizado por etapas, al igual que otras pirámides prehispánicas como el Templo Mayor. Es notorio como su construcción se hizo mediante la colocación de piedras superpuestas, con dos rampas para facilitar el ascenso, que además se encuentran alineadas con lo equinoccios. Se cree que para la realización de rituales, se permitía el acceso a un gran número de personas, lo que era poco usual en otras culturas de la época prehispánica.

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Aún en la actualidad, un gran número de personas suelen visitar la zona arqueológica en los equinoccios para “cargarse de energía.” Lo mismo sucede en muchos otros sitios del país, como Chichén Itzá o Teotihuacan. La vista desde la parte alta del basamento está bien chida. Se puede ver cómo avanzan los autos en el Periférico, y parece como si el tiempo se detuviera mientras se observa como la vida cotidiana de un montón de gente desesperada por ganar minutos sigue su vertiginoso ritmo. Yo disfruté mucho tomando el Sol y viendo el paisaje, mientras pasaban lo autos y yo me imaginaba que estaba viendo un irrefrenable espectáculo del absurdo. Por supuesto no pude evitar imaginar que recargaba la pila que llevo en la espalda.

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Pd. Me caga que siempre aparezca la fecha en mi camarita. Por supuesto que la fecha no es 1 de enero del 2005, pero como en la pantallita no se ve, no me doy cuenta hasta que las veo en la compu shit!!

miércoles, 26 de agosto de 2009

De heces y ternura

No es recurrente en mí la sensación de asco, y por el contrario, suelo ver al “asco” como una actitud bastante ridícula que más bien se actúa como una expresión de rechazo hacia ciertas cosas que, se supone, son naturalmente desagradables. Por ejemplo, es natural el rechazo hacia la caca, y su olor y consistencia es, por supuesto, algo de lo que muy pocos quieren saber. Pero de ahí a la actuación de asco hacia ciertos olores leves de putrefacción, hacia una imagen fea como por ejemplo de una vomitada, o más aún hacia una conversación sobre cadáveres o gusanos, creo que no tiene mucho de “real.”

Pienso que tiene que ver más bien con la censura y con los modales. Se supone que la gente no hable de esas cosas, porque son temas que incomodan y por ello están censurados. Entonces la forma que se ha instituido para mantener estos temas fuera de nuestras conversaciones habituales, es el rechazo constante y explícito hacia todo lo que tiene que ver con excrecencias, hedores y tufos. O sea que según yo esa censura cumple con la función de olvidarnos, al menos mientras estamos conviviendo con las demás personas, de ciertos procesos naturales y orgánicos (como echarse un pedo) que probablemente impedirían el trato cordial y pacífico en este mundo en que las apariencias se guardan con gran recelo.

Bueno, pues esta opinión irrelevante y subjetiva viene a mi mente porque en los últimos días me he enfrentado a la caca constantemente. No hablo precisamente de la que me espera cada mañana en el baño, sino de la que aparece cada hora en mi sala y en mi cocina. Tengo una cachorrita que al parecer tiene la urgencia de cagar como cinco veces al día, y que sufre de diarrea crónica. Ya me ha dado muchas desagradables sorpresas porque al parecer se empeña en embarrar su caca y pintar de café mi piso blanco.

Ayer, vestí elegante porque iba a recibir un premio por logros destacados en el campo de la excelencia, y yo ya estaba lista para salir (tarde) de mi casa, hasta con zapatitos y perfume (lo que es muy poco común para mi, tan desaliñana mujer). Pues estaba desayunando un plato de cereal lo más rápido posible cuando frente a mis ojos la perrita se puso en su posición de cagar. Yo rápidamente la agarré para sacarla, y cuando la puse en el piso afuera de mi puerta ella simplemente se metió de  nuevo a mi casa. Pensé que no tenía ganas, y que había interpretado mal su posición, hasta que…

Luego de unos segundos sentí mojado mi pantalón. Nooooo!!! Maldita sea. No tenía tiempo para pensar qué diablos podía ponerme. Sólo tengo un pantalón negroooo!!! Entonces sólo se me ocurrió limpiarlo con un jabon olor a coco, lo que resultó contraproducente a juzgar por el olor. Pero no tenía ya tiempo de ponerme otra cosa, así que tuve que ir al solemne evento así, y recibir con olor a mierda mi premio otorgado por un sacerdote y por TELMEX. Suena a metáfora, pero es real.

Por favor, ya que alguien adopte a mi adorable adorable y tierna perrita.

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Por favor adóptenme porque mi caca apesta!!!

miércoles, 19 de agosto de 2009

Cumpleaños feliiiz!!!

Proximamente será mi cumpleaños, y como siempre, me rehuso a hacer alharaca por ello. Creo que conmemorar las fechas es importante, y de hecho, por mi profesión me la paso pensando en las fechas y efemérides. Por ejemplo, hoy sentí mucha emoción al visitar el Archivo General de la Nación y ver que una placa enorme de su remodelación se había develado justo un 19 de Agosto. Creí que en cualquier momento sonaría la musiquita de la dimensión desconocida y no pude dejar de esbozar una sonrisa por estar leyéndola justo en ese momento.

Sin embargo, mi cumpleaños en realidad nunca ha sido una fecha “conmemorable,” y ahora pienso que difícilmente podría recordar qué hice los veintiunos de agosto anteriores. Suelo simplemente dejarlo pasar como un día normal, y eso difícilmente cambiará esta vez. Como soy tan antipática seguramente será, igual que cada año, un día más del calendario.

Además cumplir 24 años no tiene mucho de especial. Digo, tal vez cuando cumpla 25 pensaré en que llegué al cuarto de siglo, a los cinco lustros o a las dos décadas y media; pero los 24? Caray! Como podría celebrar que he vivido la 4.16666666667 parte de un siglo?

Tal vez de haberme llamado como lo indicaba el santoral tendría, por lo menos, dos cosas que celebrar: mi cumpleaños y la ocurrencia de mis padres de haberme puesto Pía. Habría sido divertido sentirme medio en la santidad por portar tan celestial nombre. Pero no, me llamo Karla, nací el 21 de Agosto de 1985 (año irrelevante de no ser por el terremoto, mal augurio), soy signo Leo y mi Planeta según las energías astrocósmicas es el SOL. Mi profesión podría ser la de reina o quiropráctica y mi piedra preciosa es el ORO.

Pero, no puedo ni mirar hacia el Sol sin sentir un terrible dolor, hasta ahora no poseo nada de oro porque simplemente ni se me ocurre tal cosa, mis ambiciones monárquicas son nulas y dudo aparecer algún día en la revista Hola! Además no sé bien ni qué diablos hace un quiropráctico (según yo te avienta a un bote de basura para arreglarte la espalda).

Como sea, me gustan los cumpleaños, claro, pero no puedo dejar de pensar que se trata de un número más que sirve sólo para tener una referencia temporal de nuestro paso por este mundo, además de que me recuerda que se acorta cada vez la distancia de mi encuentro con la muerte. Pero ya, siendo menos “obscura,” sólo espero comer mucho pastel. Eso es lo que hace buenos los cumpleaños: el exceso de azúcar.

domingo, 16 de agosto de 2009

De perros y codependencia.

Además de dedicar mi tiempo a perfeccionar el arte de rascarme el ombligo, sacarme la mugre de las uñas y probar diversos tipos de peinados extravagantes (los cuales no usaría públicamente ni siquiera en estado de demencia), soy una excelente cuidadora de mis perros. Los saco a pasear, los peino, los baño y les doy de comer porquerías; además como últimamente me la paso en mi casa, mis mascotas “oficiales” Blondie y Muffin son mi única compañía -digo oficiales porque además tengo dos gatos, Menoccio y Asraela, a los que alimento y cuido aunque no viven dentro de mi casa-.

Pues hace un mes tuvieron una perrita. Cual quinceañera rebelde, Blondie nos sorprendió con su domingo siete, ya que por más que intentamos mantenerla alejada del semental de la casa, nos fue imposible detener su ímpetu pecaminoso y fornicador. Como sea, este post son sólo fotos de mis perros y de su cachorra, que ya ha tenido varios nombres: Burundanga, Billie Jean (juro que hacía el moonwalk), Chaucha y Gala (al parecer éste será el definitivo, por lo menos mientras se quede en mi casa).

Esta es Blondie posando cuando yo me sentía fotógrafa. Trae un corte de pelo ñoño que no tiene nada que ver con su verdadera personalidad.

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Aquí, por ejemplo, hay mayor veracidad en la imagen, ya que como se ve, es bastante desaliñada y está a punto de vomitar.

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Aquí está esperando a que su pelota se mueva por sí sola. Puede pasar horas así, sólo mirándola. Probablemente ejercita sus habilidades telequinéticas.

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Este es el macho, Muffin, cuyo nombre empalagoso refiere muy acertadamente su personalidad dulzona. Creí que podría ser homosexual cuando lo ví montar a otro macho, pero creo que más bien es open mind.

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Aquí está Muffin con espíritu patriota. El sí cree todavía en los Niños Héroes, es que es medio ingenuo.

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Compartiendo el sillón. Nótese el extraordinario parecido de Muffin con Harry, el de los Henderson, con Snarf y alushe.

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Blondie provocadora y…

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he aquí el resultado.

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Mordiéndome el dedo.

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Mientras le encuentro casa, voy a disfrutar de sus estupideces wiiiiiiii

Alguien se apunta para la adopción?

Gala & Blondy

miércoles, 12 de agosto de 2009

De sororidad y antónimos.

Fue a través de la boca de una compañera feminista, psicóloga, antropóloga y bisexual, que escuche la palabra “sororidad.” Ni siquiera me la había dicho a mí, y yo creí entender “sonoridad.” Obviamente no sabía de lo que ella estaba hablando, y si en ese momento yo mencionaba algo sobre decibeles habría sido bastante embarazoso, pero como tengo una extraña habilidad para fingir cuando no tengo idea de lo que escucho, simplemente asentí con la cabeza y cambié de tema.

En fin, la palabrita viene de la raíz latina soro, que significa “hermana,” y a grandes rasgos define los fuertes lazos de hermandad que se tejen entre las mujeres. Probablemente un hombre difícilmente entienda acerca de esto, no por una incapacidad o algo por el estilo, sino porque entre nosotras se suele hacer explícito un gran cariño  siempre que se crea ese importante lazo, que va más allá de la “solidaridad.”

Creo que la diferencia entre los lazos que se tejen entre hombres, y los que creamos las mujeres puede estar en que a ellos se les suele enseñar desde pequeños el valor de la competencia y de la “fuerza” entendida como la demostración de superioridad ante los demás. Es así como me explico que los hombres estén constantemente compitiendo entre sí de forma explícita. Compiten para ver quien tiene el reloj más grande, la novia más chida, el mejor auto o el mejor equipo de panbol (por poner ejemplos burdos, aunque se podrían dar otros más complejos).

Sin embargo, entre nosotras los conflictos también existen, pero suelen hacerse de una forma más sutil. Como nos enseñan a ser siempre amables y mostrar la buena cara que es el sinónimo de la belleza, las luchas entre nosotras se expresan de manera distinta y un tanto más velada. Tal vez por ello cuando estallan los problemas, suelen hacerse ya sea de forma escandalosa, o mediante actitudes que tienen el objetivo de lastimar los sentimientos. En eso sí que podemos ser canijas las mujeres…

Pues esto me lleva a recordar cómo este tipo de prácticas se van aprendiendo desde la niñez. Como yo tengo un amplio repertorio de conflictos con mis amiguitas, recuerdo que la mejor estrategia para hacer sentir mal a la “enemiga” era, en principio, la famosa “ley del hielo.” Ya después los chismes y los insultos indirectos podían acabar por aplastar el autoestima de cualquiera.

Como sea, tenía la extraña idea de que esa era una práctica de niñas, porque según yo las mujeres adultas solíamos resolver los conflictos de una manera más madura. Pero resulta que no, que esa conducta se encuentra arraigada y la sororidad requiere de  algo más que la simple convivencia y la naturaleza femenina para existir. Falta tal vez dar un salto, y mirarnos entre mujeres como cómplices y guías, como discípulas de nosotras mismas y constructoras de experiencias verdaderamente horizontales.

Por eso no sé si preferiría que, al igual que los hombres, simplemente nos rompieramos la madre y dejaramos de andarnos por las ramas…

mmm, no lo creo.

viernes, 7 de agosto de 2009

Mujer que sabe latín, no tiene marido ni llega a buen fin.

A manera de minihomenaje, visité el día de hoy la imponente librería Rosario Castellanos. Desde que me acerqué a los textos de ella, tan extraordinaria mujer, me fascinó. La sensibilidad y la inteligencia fueron dos componentes característicos de sus escritos, que igual surgieron en forma de poesía, novela, ensayo y hasta teatro. Aunque se ha considerado que las obras  más importantes son las novelas Balún Canán y Oficio de tinieblas y los cuentos reunidos en Ciudad Real, sus otros textos son igualmente exquisitos.

Personalmente me gusta mucho su ensayo Mujer que sabe latín, en el que expresa sus ideas sobre la situación de la mujer, y hace un análisis literario de varias escritoras contemporáneas. Precisamente hoy fui a esta libreria (que, deben saber, es la más grande de latinoamérica, según cuentan por ahí…) buscando este libro, que un día “presté” y no me devolvieron. Lo que pasa es que tengo una especie de debilidad ante estas cosas, y hasta me entusiasma harto que alguien me pida prestado un libro, aunque sé que no volverá a mis manos.

Desafortunadamente no lo han reeditado, pero compré una preciosa edición de Balún Canán y Oficio de tinieblas. No podía dejar de conmemorar de alguna forma el aniversario luctuoso de una mujer que, sin saberlo, ha cambiado mi vida.

Lo malo de hoy: me olvidé de voltear hacia el techo de la librería. Eso es imperdonable.

Por último transcribo un fragmento que me encanta de Mujer que sabe latín. No conseguí el libro, pero está en google libros wiiiiii. Si quieren ver más, píquen aquí.

“… la mujer a lo largo de los siglos, ha sido elevada al altar de las deidades y ha aspirado el incienso de los devotos. Cuando no se la encierra en el gineceo, en el harén para compartir con sus semejantes el yugo de la esclavitud; cuando no se la confina en el patio de las impuras; cuando no se la marca con el sello de las prostitutas; cuando no se la doblega con el fardo de la servidumbre; cuando no se la expulsa de la congregación religiosa, del ágora política, del aula universitaria.

Esta ambivalencia de las actitudes masculinas no es más que superficial y aparente. Si la examinamos bien, hallaremos una indivisible y constante unidad de propósitos, que se manifiesta enmascarada de tan múltiples maneras.

Supongamos, por ejemplo, que se exalta a la mujer por su belleza. No olvidemos entonces, que la belleza es un ideal que compone y que impone el hombre y que, por extraña coincidencia, corresponde a una serie de requisitos que, al satisfacerse, convierten a la mujer que los encarna en una inválida, si es que no queremos exagerar declarando, de un  modo mucho más aproximado a la verdad, que en una cosa.

Son feos, se declara, los pies grandes y vigorosos. Pero sirven para caminar, para mantenerse en posición erecta. En un hombre los pies grandes y vigorosos son más que admisibles: son obligatorios. Pero ¿en una mujer? Hasta nuestros más cursis trovadores locales se rinden ante el “pie chiquitito como un alfiletero.” Con ese pie (que para que no adquiera su volumen normal se vendaba en la China de los mandarines y no se sometía a ningún tipo de ejercicio en el resto del mundo civilizado) no se va a ninguna parte, que es de lo que se trataba, evidentemente.

La mujer bella se extiende en un sofá, exhibiendo uno de los atributos de su belleza, los pequeños pies, a la admiración masculina, exponiéndolos a su deseo. Están calzados por un zapato que algún fulminante dictador de la moda ha decretado como una expresión de la elegancia y que posee todas las características con las que se define a un instrumento de tortura. En su parte más ancha aprieta hasta la estrangulación; en su extremo delantero termina en una punta inverosímil a la que los dedos tienen que someterse; el talón se prolonga merced a un agudo estilete que no proporciona la base de sustentación suficiente para el cuerpo, que hace precario el equilibrio, fácil la caída, imposible la caminata…”

Yo siempre he pensado que ese es precisamente el objetivo de ese tipo de calzado. Las mujeres se vuelven simbólicamente dependientes, se ven débiles y torpes… Además, el movimiento de caderas y nalgas, necesario para mantener el equilibrio, fomenta la visión de la mujer-objeto. Cómo sea, puede tener muchos significados.

Por mi parte, prefiero los tenis, poque como aún soy joven, no me veo ridícula. Seguro algún día usaré tacones de tortura, pero por el momento me quedo con estas ideas. Si se piensan bien, tienen mucha razón no?

jueves, 6 de agosto de 2009

Son cavilaciones en espiral, de esas que no tienen sentido, y por lo tanto, pueden significar muchas cosas.

Harta de revisar mi mail cada dos segundos, sumida en aquella sensación de hormigueo en las entrañas y ávida de respuestas, me la paso esperando que mis estúpidas cortinas moradas se alarguen un poco y me impidan mirar por la ventana.

Si. He andado medio “oscura” últimamente, recordando aquella frase que leí en Werther “¿Estará escrito en el destino del hombre que sólo pueda ser feliz antes de tener razón, o después de haberla perdido?” Pobre hombre aquél, sumido en la desazón de vivir en un mundo de incertidumbre. ¿Estoy hablando de Werther, o de Goethe? Ya no sé, seguramente de ambos…

Bueno, por lo demás me siento contenta. Me gustaría explicar el hervidero de sensaciones que me atraviesan y poder hacerlo de una forma bella, algo así como poético, o de perdida literario. Ya incluso ensayístico, pero no puedo evitar poner una cita al pie de página. ¿Que lo que escribo son puras cosas incomprensibles? Eso ya lo sé, pero mi mente me juega unas malas pasadas a veces, y mis dedos le hacen el juego golpeando estas teclas a velocidad luz (jejee).

Si la soledad es buena cosa, le da a uno la posibilidad de pensar incoherencias, y si es necesario, gritarlas a los cuatro vientos. No existen las reglas de convivencia, no hay sorpresas, no hay que esforzarse por agradarle a nadie. Por mi parte la soledad se ha vuelto una gran aliada, la disfruto bastante y me lleva a imaginar que no necesito nada… Aunque empezar a hablar con las plantas quizá sea una mala señal… Menos mal que no he llegado a ese punto.

Por lo pronto extenderé las alas que casi se atrofiaban…

lunes, 3 de agosto de 2009

Claroscuro remember

Algún día escuché la teoría de los colores y la luz, no recuerdo dónde fue (probablemente en la tele). Según entendí nuestros ojos captan la luz, por lo que los colores no son más que la luz que es rechazada por la materia. Por ejemplo, las cosas negras absorben toda la gama de colores, es decir la luz. Por eso al usar una playera negra se siente mucho calor, ya que lo negro absorbe la luz que rodea el ambiente de un día soleado. El color blanco, por el contrario, la rechaza, y por eso no se calienta… Se trata de una teoría científica, que pretende explicar un fenómeno cotidiano, que incluso  por serlo pasa desapercibido. Yo no sé si entiendo bien de qué se trata, porque sólo tengo una impresión final de esa explicación compleja, ya que mi corto entendimiento en estas cuestiones me lleva a simplificar las cosas al extremo.

Sin embargo, ese tipo de cosas siempre llaman mi atención, porque pueden llevarme a imaginar cosas extrañas, como que la luz que observamos puede ser un hecho totalmente subjetivo, en el que los colores que aprendimos a llamar de cierta forma, son diferentes ante los ojos de quien los mira. Me explico: suelo pensar que mientras yo veo el color de la piel, por ejemplo, como cafecillo, rosita, blanquito, etc; otra persona puede estar viendo una gama de verdes, y si yo me pusiera sus ojos vería las cosas muy extrañas.

No sé si esto tiene mucho sentido, pero se trata de la idea de que cada cabeza es un mundo, y podría ser que incluso las percepciones más básicas también son subjetivas.

El mundo es a colores, y solemos creer que todo lo que observamos es igual para todos, en el hecho más simple, como son los colores. Pero, ¿qué tal que  mientras yo veo mi chamarra “azul” mi vecino la ve rosa, pero el aprendió a llamar lo que yo veo “rosa” como “azul”? Entonces se trataría, en el plano más básico, de una subjetividad al extremo, ya que se trata del campo de las percepciones, que supuestamente son las que nos dan alguna certeza de lo que nos rodea.

Pero…

Dudar hasta de las cosas que miro me puede quitar el piso en el que esoy apoyada. Si de repente no confío ni en mis propios sentidos ¿cómo diablos podría existir? No tengo La certeza, pero por lo menos me puedo construir una…

¿Cuál será?

En esas ando.

domingo, 26 de julio de 2009

Divagación amorosa errante

Me resultó fácil decir que no, que el amor no existe, para aparentar creer que sólo es una invención de La Cultura, y que se trata de un conjunto de prácticas que nos permiten convivir. Sin duda existe algo, un algo indecible, que está detrás de esas acciones; una “cosa” que ha ocupado a un sinnúmero de personas, que ha hecho gastar una enorme cantidad de energía y que ha inspirado las creaciones más bellas de la historia. Si trato de explicármelo científicamente me sumerjo entre feniletilamina y adrenalina, vuelo al hipotálamo y me divierto jugando entre endorfinas y encefalinas para ver un rosa y prometedor futuro armonioso que destila aromas frutales.

No. Soy sólo un ave amorosa errante, que nada entre charcos de petróleo, destila amonio y azufre, vuela entre partículas de plomo y está cubierta de corcho. Que despierta del sedante y mira las tensiones y coerciones involuntarias, las múltiples barreras inconscientes y se pregunta si de verdad será…

  

“Tadeusz de Lempicka” de Tamara de Lempicka, 1928.

Pintura inconclusa por el desamor.

viernes, 10 de julio de 2009

Mitómana en segundo grado.

Cuando iba en la secundaria tenía una amiga mitómana. Yo lo sabía, pero por alguna extraña razón, jamás pude gritarle en su cara que era una mentirosa, que estaba loca y que ya había rebasado la línea de lo absurdo. Probablemente no lo hice por temor a hacerla sentir mal, o quizá porque sus historias resultaban a veces fascinantes. Era una muchachita de lo más graciosa. Incluso ella misma se autonombraba “taponcito de alberca,” pero al mismo tiempo se esforzaba por caminar, hablar y moverse con total seguridad. Tenía una extraña atracción, y lograba hacer amigos con decir dos o tres palabras.

A veces, me hacía a mí cómplice de sus mentiras, como una ocasión en que le dijo a todo mundo que yo era su hermana, y me presentaba a todos así: “ella es mi hermana Karla,” mientras yo sólo decía “hola,” y me quedaba con mi cara de idiota. No nos parecíamos absolutamente en nada, y con la misma edad, era obvio que nadie se creía el cuento. Por lo tanto, yo pasaba también a ser una mitómana en segundo grado.

Seguí viéndola durante varios años después de la secundaria, a veces volvíamos a ser las mejores amigas, y otras ocasiones simplemente éramos indiferentes. Mi relación con ella fue un tanto extraña, porque fuimos unas amigas de esas que hasta se toman de la mano cuando van por la calle. Nos queríamos,  pero ella era una persona muy extraña, y yo, una persona aburrida.

Esto lo digo porque ella disfrutaba contándome sus historias, mientras yo sólo podía pensar que mi vida era un bodrio de tan aburrida. Me platicaba que había conocido a algún artista de televisión, o que andaba con el maestro de historia (hombre del que todas mis amigas estábamos enamoradas), mientras yo sólo pensaba que no tenía nada que contarle. Mi vida adolescente era bastante “normal” en comparación con la suya: yo tenía una familia (ella no), una casa fija (ella no), iba a la preparatoria (ella no) y mi cabeza estaba llena de cosas irrelevantes. 

En mi mundo adolescente, yo deseaba vivir aventuras alucinantes, descubrir lo inimaginable y experimentarlo todo. Era una persona fácil de impresionar, como cualquier niña de 15 años. Ahora, a la distancia, veo mi pasado puberto como un periodo lleno de locura irreverente, pero que tenía sus límites. ¿Qué habría sido de mí si me hubiera tirado a la vida totalmente desenfrenada e inconsciente?

No creo que eso me hubiera hecho más feliz.

Aunque…

Hace poco hablaba con mi amiga Nancy, sobre la felicidad. Concluimos que eso es algo que no existe. Es una sensación pasajera, que se experimenta como respuesta de ciertas situaciones concretas. Por ejemplo oír una canción, leer un libro, o hasta escuchar un chiste, pero no puede considerarse un estado permanente. Es decir, siempre llegará algo que cambie ese estado de ánimo. Es un mito eso de “alcanzar la felicidad.” o “estar realizado” aunque sí hay periodos en la vida en los que parece marchar todo bien.

Por el momento estoy bien…

No sé cómo estaría ahora si mi pasado hubiera sido distinto.

jueves, 2 de julio de 2009

Remember Junio y confesión

Este mes pasó como una especie de vuelta atrás en el tiempo. Por un lado la muerte de Michael Jackson trajo consigo un boom de come back 8Os que me ha hecho recordar, como si me dieran una patada en el estómago, que yo nací justo a la mitad de esa década de superficialidad al extremo. Por otro lado la noticia del golpe de Estado en Honduras me trasladó más atrás aún, por allá por la década de los setenta, en que ese tipo de noticias parecían menos anacrónicas…

Cuando me enteré de la primera noticia (esto es una confesión vergonzosa) sentí cierta alegría por la muerte de un pederasta. Luego no pude evitar ver videos y oír música de Michael Jackson, porque la noticia de su muerte absorbía muchísimo espacio en los medios. Eso me hizo pensar en que tal exageración no podría ser más que un distractor, pero bueno, es innegable que mucha gente quería saber cosas sobre ese personaje tan representativo de una época. Ahora, después de tal bombardeo, he llegado a la conclusión de que el tal Michael era un verdadero genio del “pop.” Creo que sus coreografías con alusiones tan claramente sexuales, pero que resultan ambiguas y hasta “inocentes” con esa figura tan andrógina (a diferencia de, por ejemplo, el movimiento de caderas de Elvis), acompañadas con bailes que se salen de todo canon dancístico al mismo tiempo que parecen confundirse con otros bailes establecidos y sobre todo, reforzadas con una imagen llena de elementos únicos (calcetita blanca con holanes, guantecito con brillitos, pantaloncitos ajustados, etc.), fueron la fórmula perfecta para una generación nacida para el consumismo.

Debo decir que he disfrutado de sus videos, y ya hasta compré la recopilación que hicieron los microempresarios que trabajan en el metro (yo digo que esas personas han de tener una maestría en mercadotecnia), que aunque no se ve tan bien, me ha hecho pasar una hora amena haciendo un homenaje casero a ese ser cuasihumano, cuasialien y cuasirobot que dice mucho de la “cultura” gringa.

Luego lo de Honduras, que significa para muchos una especie de retroceso en el “avance hacia la democracia” sólo me ha hecho pensar en que la inestabilidad política debe tener a los hondureños “con el Jesús en la boca” (jejeje!!). Les importe o no la política, a todos los habitantes les afecta en mayor o menor medida esa situación, en cosas tan simples como ir al trabajo, a la escuela, o hasta para estar en sus casas, porque según sé les cortaron los servicios unos días. La cuestión es que todo es por el momento muy confuso: el presidente Zelaya comenzó siendo de derecha pero luego se volvió de izquierda (¿en serio?), se acercó a Chávez y a Fidel y pretendía darle más poder al pueblo, pero el congreso se dio cuenta de que quería reelegirse y lo echaron del país, ayudados por el ejército. La ONU, por su parte se manifestó en contra del gobierno de facto y ningún gobierno reconoce al tal Micheletti. Ante esto yo sólo puedo decir que no sé nada. La confusión, como siempre, arremete en contra mía, y peor aún en estos tiempos en que me dijeron que lo que rifa siempre es la decisión del pueblo (ajaaaaa!!!).

Mientras, aquí en México estamos a punto de tener elecciones, y la confusión no se me va. Me caga la clase política, eso que ni qué, pero hay unos que se me hacen peores que otros, como el tal Demetrio Sodi que es todo un pelmazo. Por eso sí voy a votar, pa’ aplicar esa del “menos peor,” porque la neta dejar a los panistas y priístas así nomás a que se unan sin nadie que les ponga aunque sea un “pero” chiquitito sí está bien suicida. Además, ese pedo de la anulación masiva no tiene un verdadero peso en la toma de decisiones (pase lo que pase van a decir que México es democrático), además de que sólo va a darle argumentos a las fuckin televisoras para que se eche atrás la reforma electoral.

Y ahora va la confesión de este post: voy a ser funcionaria de casilla. Acepté por dos cosas:

a) la cosa se pondrá interesante aquí en Iztapalapa. Quiero presenciar los desmadres y quiero ver cómo los observadores de los partidos se ponen perros perros. Ojalá se peleen aunque sea un poquito…

b) todavía creo un poquito en las instituciones.

Ahora sólo espero que no llueva tanto ese día, porque me caga la pinche lluviaaaaa. Y peor ahora que por culpa de este clima se enfermó de tos mi perrito (y tuve que desembolsar doscientos pesos de sus inyecciones).

                                100_1957