sábado, 31 de enero de 2009

La Orden nada

A partir de esta entrada escribiré en versión justificada. No sé porqué, pero en algún lugar aprendí que eso era lo correcto, y como las personas buenas hacen siempre lo correcto, y como soy buena persona, y como lo bueno es escribir justificado, y como lo justificado hace buenas a las personas, pues me justifico diciendo que no sé si soy realmente buena, pero lo aparento con una justificación de mi bondad.
En verdad que escribir así es más bonito, más presentable y mejor, porque cuando las líneas aparecen todas desordenadas da la impresión de que yo también soy una desordenada en todo lo que hago. Y eso no es verdad, porque yo siempre lavo mis trastes cuando acabo de comer.
Aunque pensándolo bien, creo que el "orden" no es lo mío, porque suelo hacer las cosas al revés, o empiezo por la mitad, me regreso al pincipio y luego termino. Por ejemplo, empecé a escribir esta entrada sin saber de qué iba a tratar, y ahora, después de unos cinco minutos de estar aquí piquele y piquele al teclado, ya se me ocurrió escribir sobre el orden:
El orden es un mecanismo de nuestro cerebro para darle sentido a lo que queremos conocer, en el que por medio de la fragmentación de lo que estamos analizando podemos lograr ver parte por parte para saber que función cumple cada elemento, y así comprender el conjunto. El orden también nos remite a el método, es decir, a seguir las instrucciones paso por paso, para llegar a un objetivo.
El orden es el mejor camino para lograr algo. Yo por mi parte espero llegar a escribir por lo menos un párrafo más, con orden y vuen juisio, para lograr cumplir con un ovgetibo claro: darle sentido a un montón de letras que van a ser leídas por alguien que conose las clabes de la comunicasión escrita y qe ordena los zignos que ovcerba en un afán por darle centido a un penzamiento cin horden.

sábado, 24 de enero de 2009

Juro que logré viajar en el tiempo

Atrás de mi casa hay un negocio maravilloso, en el que venden todos los artículos de limpieza imaginables a precios baratísimos y justo hoy me dirigía hacia allá para comprar cuatro litros de cloro por ocho pesos, cuando escuché el Jarabe Tapatío. Aunque no soy tapatía, sino chilanguísima, y hasta sé que por alguna extraña razón los jaliscienses tienen una aversión especial hacia los defeños, no pude evitar sentir que mi piel se ponía chinita chinita, como la que debe tener la china poblana (ay! si hicieramos una lista de los "provincianos" que odian a los chilangos, los poblanos ocuparían el primer lugar).

Mi curiosidad innata me empujó a asomarme para ver a qué se debía tal escándalo. Luego de pedir permiso a los presentes logré llegar al frente, no sin dar pisotones y empujar a algunas señoras (habilidad que he aprendido gracias al transporte público, con entrenamientos diarios en este arte de abrirse paso entre la multitud). El espectáculo consistía en un ballet de danza folclórica compuesto por unas 15 niñas y unos 8 niños; no me sorprendió que hubiera más niñas que niños, porque a las mujeres se nos da eso de la bailada no? Bueno, pues el magno evento se reailzaba por la inauguración de un Módulo de Atención Ciudadana.

En ese momento no me importó para qué diablos servía un Módulo de Atención Ciudadana, y sinceramente creo que la mayoría de los que estábamos ahí más bien pensabamos en ver el show completito, para que los organizadores nos dieran de los tacos de canasta que estaban listos en una mesa a la vista de todos.

Al ver el show de danza folclórica, seguido por otro de bailes prehispánicos, no pude evitar sentir que había sido transportada al pasado. Juro que logré viajar en el tiempo. No sé cómo sucedió, pero repentinamente estaba yo totalmente instalada en la década de los treinta. Lo sabía porque el cartel enorme con letras negras y fondo amarillo que decía Módulo de Atención Ciudadana había cambiado, y ahora tenía tres colores: verde, blanco y rojo, y tenía tres letras enormes y negras: PRM. Además había debajo una leyenda celebrando la expropiación petrolera. Guau!!! un montón de gente viendo las coloridas danzas folclóricas, y sintiéndose bien mexicanotes, en medio de esa celebración en la que se expresaba una gran confianza en el futuro, y sobre todo la afirmación tangible de que la revolución estaba haciendo justicia.

Pude darme cuenta de que la gente que estaba a mi alrededor veía con cierta extrañeza el show, y en ese momento recordé que para ellos, las danzas folclóricas, la música con mariachi, los colores fosforecentes y las trenzas adornadas con enormes listones no tenían todavía el significado nacionalista que nosotros, en pleno siglo XXI reconocemos a la primera. Para los hombres y mujeres de esos tiempos, la cultura de "lo nacional" era una cosa nueva, que seguramente resultaba ajena y extraña, pero al mismo tiempo agradable y sobre todo daba un sentimiento que los hacía sentir como que tenían algo en común con los que estaban a su alrededor, ya fueran jarochos o poblanos. Se trataba del mismo sentimiento que me hizo chinita como la China poblana, y que me había sido heredado a través de generaciones educadas por escuelas públicas que fomentaban el amor a la patria justamente mediante teatritos como las ceremonias cívicas en las que nos obligaban a saludar a una bandera, cantar un himno y jurar lealtad a México México ra ra ra!!!

De repente estaba de nuevo en 2009. Vaya que surtió efecto el nacionalismo aunque ahora la confianza en el futuro se haya disipado, pensé, cuando vi que todo mundo tarareaba el Jarabe tapatío. No pude evitar sentir una especie de lástima o desilusión por esos hombres y mujeres de los treintas, que por primera vez sentían que la justicia estaba en puerta. Sin embargo, ver que se inauguraba un Módulo de Atención Ciudadana me pareció bien, y hasta creí que para algo ha de servir no? Finalmente eso es la confianza.

No puedo negar que se siente bien identificarse con los demás mediante rituales como ese, en los que el grito más alto de ajuuua!!! era la medida perfecta para saber quién es más mexicano. Yo, por supuesto no pude dejar de gritar, y hasta pedí que le echaran harta salsa a mis tacos.

jueves, 22 de enero de 2009

Tradición chilanga.

Caminando por las calles de la Ciudad de México, lo ojos suelen inundarse de tonos grisáceos que están por doquier, desde el asfalto que pisamos, hasta el cielo que nos arropa. El Sol se asoma radiante en días calurosos, quemando con sus rayos repletos de iluminación Ultra Violeta nuestra piel tan potencialmente cancerígena. Es realmente común toparnos con personajes igualmente grices que reflejan en sus rostros el hartazgo, que pasa desapercibido tal vez porque los tonos fríos, tan característicos del ánimo citadino, combinan bastante bien con nuestro pesimismo constante.
Aún así, hay otros personajes que suelen llenar de jocosidad este lúgubre ambiente, al aparecer dentro de nuestro radio visual espontáneamente; basta con poner un poco de atención para descubrir que nuestro compañero de transporte tiene la cara idéntica al señor cara de papa, o que la mismísima Chachita nos está viendo desde el asiento de enfrente. Sin embargo, la tradición chilanga tiene sus reglas, y nosotros los defeños la cumplimos al pie: nunca debemos hablar con extraños. Por eso aunque el señor cara de papa o Chachita nos parezcan sujetos sumamente interesantes y divertidos, las reglas tácitas del comportamiento y la urbanidad nos han dicho siempre que no debemos hablarles, e incluso debemos evitar verlos fijamente a los ojos, no vaya a ser que crean que nos burlamos de ellos.
Por eso, una miradita esporádica y de reojo es lo más correcto para evitar cualquier malentendido. Lo primero que el señor cara de papa pensaría, si una muchachita como yo se le queda mirando es que quiero con él, cuando en realidad lo que me interesaría sería examinar si su bigote se quita y se pone, o ver si la papa de la que está hecha su cara está cruda o cocida. En el caso de Chachita es probable que si un joven la observa fijamente, se sienta agredida y comience a visualizarse con las manos amarradas en un cuarto oscuro, mientras su familia lucha por juntar el dinero de su rescate.
Es mejor no ver a la gente, para que no vayan a pensar cosas raras. Por eso yo hasta hago como que no veo a los que me rodean, y me pongo mis audífonos mientras observo como los demás están solos, solos, igual que yo, en esta ciudad superpoblada.

miércoles, 14 de enero de 2009

Rito de iniciación académica

Abrieron las puertas de par en par, y en ese momento pudo apreciarse el orden propio de un evento tan importante: cada quien tomó el lugar que le correspondía. A ningún revoltoso se le ocurrió en esta ocasión posar sus asentaderas en los lugares principales, reservados para las sabias y sabios de cabello blanco y barbas largas, por lo que no hubo necesidad dar las órdenes sutiles de "Discúlpe señora, pero este asiento esta reservado, sería tan amable de pasar a la parte de atrás, allá hasta el fondo. Sí, en aquél asiento de esa esquina, ¿alcanza a verlo?". Son excepcionales los casos en los que no hay que dar esas indicaciones, que rompen con el escenario inamovible de aquel solemne ritual, y por el contraro, todo marchaba bien durante esos momentos previos al gran acto. El ambiente se inundaba de murmuraciones, que subían de tono poco a poco, hasta que los decibeles alcanzaron un grado digno de cualquier pachanga dominguera.
Luego de algunos minutos apareció la directora, con su traje lleno de brillos, sombrero de copa y guantes blancos... tan blancos que una luz de neón en el lugar sería suficiante para cegar por completo a la audiencia. "Señoras y señores, niños y niñas, novatos y veteranos, licenciados y doctores, los saludooooo corrdialmente, en esta mañana académica, mágica y musical para presentarlessss nada menos y nada más queee... queee.... a Tessiiisstaaa!!!" (Aplausos).
Apareció ella, con el traje que acababa de comprar el día anterior; el cual no le ajustó y tuvo que abrocharlo con un enoooorme seguro imperdible para que pudiera cerrar. Dio unos cuantos pasos que dejaban ver a todas luces su inseguridad "No estés nerviosa, llevas más de 6 meses trabajando en esto! y tienes todo dominado, no olvides que no dormiste más que 3 horas diarias durante semanas, que no salías ni a la tienda por no perder tiempo, que tu familia y amigos ya no saben ni como es tu cara, que tu cabeza ya no ve otra cosa y desayunas tesis, comes tesis, sueñas tesis..."
La mirada de las sabias y sabios cabeza-blanca era claramente denostativa, ¿estarían pensando en el día que ellos tuvieron que pasar por este acto de iniciación?, ¿recordarán acaso fechas tan lejanas? ¿tendrán sentimientos? Tal vez ese ceño tan fruncido se formaba con el oficio, pensó la pobre Tesista, mientras miraba a su directora hacerle la típica señal de "ándele m'ija, no me haga enojar". "Enmudecí!!! es verdad, si pudiera decirlo. A aa mm ee lo que este, mmm jj aaaa esto esto... "
"Nuestra tesista les presentará un trabajo innovador, que habla de bla bla bla bla..." dijo la directora, salvando del bochorno a la pobre Tesista.
"Si!, lo tengo!" Y se armó de valor para continuar con la función. Tomó entonces sus pelotas y comenzó por el principio, que es lo que se debe hacer. Primero con una, luego con dos y entonces, la directora le lanzó una tercera pelota que pudo manejar sin ningún problema mientras decía ¡miírame mamá, mirame! Era tal su maestría y seguridad, que quizo tratar con cuatro pelotas; pero en ese momento el sabio poco pelo-blanco interrumpió diciendo: "Me parece que las expectativas lógicas de los individuos forjados por la ecuanimidad trazada bajo los cánones especializados de la naturalidad primigenia, deberían usar pelotas más grandes" Y todas las pequeñas pelotas cayeron justo en su cabeza.
"Páseme las del 3", le dijo a la directora, quien le lanzó primero una. La tomó y pensó: vamos, tú puedes! , y comenzó, "otra", gritó fuerte mientras esperaba que cayera la primera en su mano izquierda, "la tengo!". "Una más, vamos si puedo!" La directora dudó, pero la lanzó tan bien, que Tesista pudo cacharla a la primera; "Yes!" pensó. La sabia más anciana se levantó de su asiento lentamente. Era de estatura tan baja, que casi nadie se percató hasta que gritó "Si no lo hace con una mano, no valeeee!"
Ese grito tan semejante a un chillido, descontroló tanto a Tesista que dejó caer todas las pelotas, justo cuando estaba pensando en pararse de manos y malabarear con los pies "sí podía, sí podía, lo practiqué tantas veces frente al espejo" Sólo en ese momento, cada uno de los viejos y viejas dejaron ver una horrible sonrisa, que permitía ver su podrida dentadura. "Muy bien, creo que eso es todo", dijo el más anciano, "querida audiencia, es hora de tomar un pequeño receso mientras deliberamos, ok?"
Salieron todos con una cara de lástima hacia Tesista, mientras le decían cosas como "no estuvo nada mal", "bien hecho!" y "¿oye, de que dices que trata tu tesis?". La tesista no podía soportar la ansiedad y se hallaba tan cabizbaja que luego de ver tal espectáculo ninguno de los presentes se atrevió a dirigirle más la palabra, ¿qué podían decirle?
Mientras, dentro del recinto, los sabios conversaban sobre sus actividades del pasado fin de semana, sobre los chismes intelectualoides del momento "¿Sabías que el posdoctor Fulanito plagió la tesis de Sutanita?, si, pero ya sabemos porqué, jajaja!" "Oigan", dijo una sabia, "vieron que el pantalón de tesista estaba sujeto con un broche?" "Si, que simpática muchachita, yo creo que trabajó duro", dijo la más anciana, que había permanecido dormida durante casi todo el acto.
"Si tienes razón manis", le dijo otra sabia, que esperaba con ansias el día en que la anciana dejara vacante su plaza.
"Adelanteee", gritó la directora, mientras los espectadores entraban comiendo hot-dogs y palomitas. "Ya, tan rápido? Ay no me dio tiempo de ir al baño" dijo uno de ellos.
"Tenemos el veredicto", dijo el sabio de la barba más larga mientras se oía un fuerte ronquido de la sabia anciana. Ese fue el momento más jocoso de la tarde, que la anciana planeó para que se disipara el nerviosismo previo a la calificación final. "Considerando la atinada estructura que presentó nuestra tesista, la cual tuvo defectos poco trascendentes que pueden ser formalmente revisados atendiendo los imperativos estoico reverenciales propios de una institución seria como la que nos convoca, tenemos la convicción de que las cuestiones epistémicas deben caracterizarse atendiendo a las normas proporcionadas por las situaciones propias de nuestro sistema filosófico cultural ecléctico y optimista. Si pensamos en el pluscuamperfecto del subjuntivo, entonces nosotros otorgamos la mención honoríficaaaaa!!!"
"braaaaaavoooooo", pensó la directora, "eso ira a mi curriculum"
"Gracias, gracias", dijo tesista "gracias por este premio, no creí que aa mmm eeee... " mientras comezaba a llorar. Le pusieron su corona, le dieron su ramo de rosas, y salió del recinto lanzando besos a la audiencia.

viernes, 9 de enero de 2009

Agua sabor populismo


Tomé un sorbo de esa deliciosa agua, tan refrescante, tan clara, baja en sodio y purificada bajo los más modernos métodos de captación de la opinión pública mientras pensaba "es tan rica así, en su botellita con etiqueta amarilla con el slogan de Feliz Navidad", y en ese instante traté de calcular cánto habrán costado cientos y cientos de botellitas diarias, que traen la felicidad a tantas personas que, dispuestas a pasar toda una mañana bajo el Sol, salen de patinar en el hielo del congelado Zócalo de la Ciudad de México. Luego recordé lo feliz que había sido durante esa hora en la que me sentí toda una patinadora de velocidad; cómo comencé agarrándome de la bardita de la pista mientras veía como a mi derecha rebotaba un muchachito obeso que se había caído; cómo después de avanzar unos metros con la seguridad que me daba la roja barda, me armé de valor para soltarme y comenzar SIN AYUDA a mover mis pies sobre el hielo para, luego de unos cuántos metros, caer dando unas cuatro vueltas en el sentido contrario de las manecillas del reloj. Pensé que tal vez si hubiera girado en el sentido contrario, habría podido sostenerme, pero como a veces me empeño en ir por la izquierda, no pude equilibrar mi diestro cuerpo torpe.

Afortunadamente un muchachito INJUVE llegó inmediamente a rescatarme, y yo me sentí tan socorrida y protegida que no me importó el dolor en mi gluteo izquierdo, por lo que seguí patinando más rápido esta vez, para demostrarme a mi misma que era capaz de mantener el equilibrio. La vergüenza por la caída no existió, porque con una persona cayéndose cada dos segundos, uno llega a identificarse tanto con sus compañeros de ranazos, que incluso dan ganas de aplaudir y vitorear la más dura de las caídas. Yo por eso celebraba felizmente que alguien riera al caerse, y que se levantara sin ayuda.

Incluso pensé que como los defeños tenemos cada año la pista más grande del mundo en el centro de nuestra Ciudad, no sería raro que en algunos años los mexicanos lográsemos enviar algunos deportistas a las Olimpiadas de Invierno, y en mi emoción hasta me imaginé que llegaríamos a instaurar un nuevo deporte de apreciación, en el que un grupo de jueces especializados calificaran la caída más impactante, el moretón más grande y el estilo al pararse haciendo como que nada pasó.

Estaba muy sorprendida por la organización de todo el personal encargado de cuidar que todo saliera bien, por la calidad de mis patines, y hasta me quise llevar a mi casa de recuerdo los protectores de pies que me dieron para que no se me contagiaran los hongos de quienes habían usado esos patines antes que yo, pero desistí al pensar que lo que me llevaría sería justamente un arsenal de bacterias que le provocarían pie de atleta a toda mi familia. La música además era genial, porque es innegable que el reggaeton y el pop sintetizan bien el espíritu popular de una pista gratuita, en la que todos nos congratulabamos por haber cumplido la odisea de formarnos en cuatro filas diferentes para poder llegar a la meta de la repartición de sentones, resbalones, choques y descontrol total y tan divertido.

Aunque fue sólo una hora la que estuve patinando, la piel de mi cara se bronceó por el calor tan recio que había a las 10 de la mañana, y aún así, yo y muchos de los patinadores llevábamos hasta bufanda para no desentonar con la temporada otoño-invierno que se siente en el ambiente navideño. Si estabamos en una pista de hielo rodeados de muñecos de nieve y rampas congeladas, pues lo obvio y lógico es estar muy bien abrigado, aunque debo confesar que el calor derretia mis congeladas ganas de ver a Santa Claus bajar en un trineo por la rampa de hielo. Seguramente los muñequitos de nieve prediseñados no resistrían este clima, pensé, pero lo importante es mantener la apariencia y sentirnos verdaderamente navideños, sudando como puercos en medio de la nieve artificial.

Afortunadamente el calor se disipó con esa agua gratis, que me hizo recordar que la falacia navideña y decembrina, traía detrás el interés electorero que disingue a nuestra incipiente democracia. Tenía hambre, y después del circo, fui a buscar el pan.