martes, 16 de junio de 2009

Ciudadanía de morondanga

Cómo diablos quieren que les crea el cuento de la democracia!!!

Hace apenas tres años que estrené mis derechos políticos. Me los otorgó el señor Estado, representado por un burócrata de corbata que al parecer tenía prisa, ya que mientras yo esperaba que me leyera un sobrio documento que me explicara claramente mis obligaciones y mis derechos, así como el número de representantes que hay en el ache ache poder Legislativo y los mecanismos de gobierno, ese señor solamente me pidió mi firma, y sin verme a los ojos agarró mi dedo índice para aplastar (APLASTAR) mi dedo en la credencial de elector. En ese entonces no le di mucha importancia a ese abrupto nacimiento a la ciudadanía, y más bien sentí cierta emoción política, porque podía ver en mi credencial la síntesis perfecta del proceso histórico que viene desde la revolución francesa. Ni siquiera me importó la horrible y borrosa foto infantil, porque después de todo ya, por fin, podía sentirme una individua autónoma y consciente de mis decisiones.

Mi inauguración en el ejercicio electoral fue la primera, pero no definitiva desilusión. Desde las campañas del 2006 ya sentía un enorme coraje por los estupidísimos mensajes de los candidatos. Pero ¿qué van a hacer ellos en el poder? me preguntaba, mientras lo único que veía por todos lados eran descalificaciones y acusaciones, así como mensajes de lo más patéticos y catastrofistas. Voté de todas formas. Me hicieron creer y al final, el gran movimiento por la transparencia electoral valió un cacahuate.

Bueno, bueno, hicieron sus reformas electorales…

El pedo es que ahora he transitado por varias etapas. Al principio, desde antes que comenzaran las campañas, sabía que lo que quería era anular mi voto. Para mí esa era la mejor manera de expresar mi descontento hacia la mentada “democracia representativa.” Luego de unas semanas, y tras ver que las estadísticas favorecían, primero que nada al PRI, luego al PAN y por último al PRD, que se avizora un enorme crecimiento del PV y que el que va peor es el PSD, pensé básicamente dos cosas:

a) la gente es pendeja.

b) si anulo mi voto, es contribuir con que esos sean los resultados (en términos de “hechos,” porque no existe la figura jurídica de la anulación).

Estaba convencida de que quería votar, hasta ayer. Caminando por las marginales calles de Iztapalacra, mi barrio, me encuentro con un volantito muy bien impreso, pero sin autoría, sobre la resolución del Tribunal Electoral. Decía que se debía retirar la candidatura de Clara Brugada a Jefa Delegacional. Mierda! Luego oigo sus declaraciones en el radio: muy indignada dijo que eso no era posible, con una asamblea legislativa en el DF de “izquierda” (léase pejista). Bueno, el pedo aquí es que en teoría las resoluciones deben ser neutralessssss!!! Soy ingenua, lo sé, al creerme a la letra lo que dicen las “formas.” Pero es una ingenuidad bonita, así como cuando crees en los Reyes Magos…

Por lo pronto estoy en el proceso de decidir qué haré… Creo que lo más conveniente por el momento es mentarle la madre al “sistema.”

“Sistema, donde sea qué estés, chinga tu madre!!!”

2 comentarios:

Blogger Pechocho dijo...

Ahora el voto es pa' Juanito???


Todo está de la mierda

De la real y absoluta mierda

Me uno al grito:

chingas a tu madre, sistema!

AnarquiStar dijo...

Mirá que...

La política me asquea... Yo trabajé para el PRI... Fuí parte del Comité Juvenil del PRD... Y soy de Guanajuato a.k.a. Territorio PAN...

Pero no simpaticé... Al igual que tu, me dió un asco tremendo...

Cheers...