martes, 17 de febrero de 2009

Resplandor teotihuacano

Siempre he creído que el culto a los objetos, llámense santos o bolsas de diseñador, tiene que ver con la facilidad con que nuestro cerebro asimila lo que puede explorar con los sentidos. Me explico: el culto a un santo de cerámica, al que se le puede pedir algo con acariciarlo, besarlo o ponerlo de cabeza, no lleva tras de sí un conocimiento teológico complejo, sino que se reduce a algo que se puede ver, tocar, oler, etc. Entonces no está presente aquí un pensamiento abstracto, como el que implicaría tener hacia eso que llaman Dios como ese ente omnipotente y omnipresente, y más bien se le rinde culto a un "ídolo" (como dirían los evangelizadores españoles del siglo XVI).
En el caso de la bolsa de diseñador ocurre algo similar. Existe algo abstracto que se llama "status" e incluso "moda". No se puede definir fácilmente lo que eso significa, porque se trata de muchas cosas a la vez que cambian constantemente, englobadas en eso que supuestamente es lo "mejor", que te hace sentir en cierta forma "superior" que los que no comparten tu "nivel de vida". La bolsa de diseñador funciona como una síntesis de esa cosa abstracta que "todos quieren". Te hace ver bien ante los demás, porque precisamente es algo que se exterioriza, que se ve y se toca, y no hay quien pueda decir que tu "status" no está ahí, frente a sus ojos.
Las cosas tangibles, entonces, llevan a la exteriorización de cosas abstractas y hasta simbólicas que están contenidas en esos objetos.
No sé si todos los objetos que manejamos en nuestras vidas tienen un contenido simbólico, pero creo que si escarbamos un poco y tratamos de ir más allá de lo que nos dicen los sentidos, podemos vislumbrar algo más...
Todo esto lo escribo porque estaba viendo unos videos sobre las excavaciones en Teotihuacan para poner luces y sonido. En ninguna medida soy prehispanista o indigenista, pero sí creo que los restos materiales que conservamos, constituyen una forma tangible de pensar en nuestro pasado, un vestigio innegable de que hubo otros hombres y mujeres antes de nosotros, y que es por lo que hiceron o dejaron de hacer que estamos donde estamos.
El daño que se está haciendo a esas piedras, significa un ataque a los objetos que pueden hacer brotar en nosotros un dejo pequeñito de conciencia sobre el paso del tiempo, y las afectaciones no son sólo a la materia, sino a la memoria histórica. Lo que está detrás del desinterés por cuidar el patrimonio, es el desdén hacia todo aquéllo que haga pensar, aunque sea un poco a las personas. Cada hoyo en esas piedras simboliza un ataque a la cultura.
Como ciudadana, muestro mi indignación por este medio hacia el "resplandor teotihuacano"

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