miércoles, 30 de mayo de 2012

Soy eterna


Yo no quiero saber de coyunturas, porque delante de mí hay una eternidad que quizá veré y detrás un pasado inabarcable que puedo recordar a través de mis existencias pasadas. Y si mi ser se extiende hasta la eternidad no importan las plantas de mis pies, que andan descalzas aunque encuentre repentinamente vidrios de botellas de cerveza y un asfalto recalentado por el calor. Mi cabello no tiene por qué ir peinado, ni lavado... es más, ni siquiera tiene por qué distinguirse un cabello de otro si naturalmente tienden a juntarse y pegarse con las secreciones de mi cabeza. Por eso dejaré que siga su naturaleza, pues sé que al igual que mi esencia, mi cabello no perecerá aunque mi carne ya se haya desvanecido.

¿Y qué decir de mi rumbo? Si llegué a este lugar sin proponérmelo y dejándome llevar al igual que en la forma que salí del vientre de mi madre, tampoco tengo por qué seguir indicación alguna para “ir”. No hay lugares determinados para mí, porque ningún lugar es más lejano que el futuro infinito y hacia allá me dirijo, por lo que no requiero pensar a dónde ir como si un lugar tuviera más importancia que la eternidad. No soy tonta, y entiendo muy bien que los lugares me están esperando a mí, y no yo a ellos, asi que no haré nada más que esperar sin saber por qué.

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