jueves, 26 de agosto de 2010

De bailes irregulares.

Parecía fácil, pero sus largas piernas abrían mucho su compás o tropezaban constantemente consigo mismas. Bailar, moverse al ritmo de una canción guapachosa parecía estar en su sangre. Al escuchar los acordes de las tumbas y la trompeta latina, sus dedos dibujaban en el viento un pentagrama imaginario, pero sus pies no respondían igual. Ellos se negaban a congeniar con sus otras extremidades, y seguían un camino sinuoso de zigzags irregulares.

Intentó con diversos ritmos, como la salsa, la cumbia, el tango y hasta el rockabily. Pero el baile en pareja parecía estar vedado para su individualidad arrítmica, que se movía de forma autónoma a una corporeidad ajena. Y lo intentaba, pero los pisotones constantes, la ausencia de cadencia y de coordinación, le hacían ver que el baile en pareja era muy complicado, que parecía más sencillo moverse sola al unísono de esas canciones cuyo ritmo es impredecible y no requiere más que movimientos azarosos.

Pero había dado un paso grande al atreverse a mover su cuerpo en un vaivén desaforado, y aún con las limitaciones provocadas por prejuicios antaños que calificaban al baile como una cosa sin sentido, se atrevió a despojarse de los atabismos más absurdos para soltar el cuerpo y prender la mecha.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bueno que por fin se atrevió y dio esos pasos que le hacen sentir mejor! La cosa está en dejarse llevar, y con el paso del tiempo, aprenderá que el baile no se piensa, se vive, se disfruta, y una vez sabiendo esto, ya no habrá más pisotones ni cosa irregular.

Lila E.

Anónimo dijo...

"Era duro renunciar a creer que una flor puede ser bella para la nada, era amargo aceptar que se puede bailar en la oscuridad."

Julio Cortázar
Rayuela C. 141

listita dijo...

Uyyy amiga excelente texto, definitivamente el que mas me ha gustado. Tiene vida, me encanta. A veces lo más difícil de hacer es superar las críticas que uno mismo se hace y lanzarse, darse a lo que no se explica, sólo se siente.