domingo, 14 de febrero de 2010

De la decena trágica.

Es temporada de zopilotes”…Fue la última frase del libro.*

Estaba trepada en el pesero, y acabé de leer ese texto acerca de la “decena trágica” escrito por Paco Ignacio Taibo II, cuando me vino esa sensación pasajera de saberlo todo. Es sólo un pequeño instante en que puedo saborear las cosas que alguien más narró, que se encuentran estáticas en forma de letras esperando que alguien las reviva con la mirada. Y me siento privilegiada por haber sido cómplice de esos susurros visuales, que no pasan por mis oídos, sino por mis ojos.

Aunque esa sensación suele suceder siempre al final de un buen libro, esta vez pasó algo distinto. Algo un poco más especial.

Era 9 de Febrero, mismo día en que hace 97 años fue tomada la Ciudadela por los militares antimaderistas que se empeñarían en derrocar al primer presidente electo tras los años de porfirismo: Francisco I. Madero, aquél chaparrín chistosón, que creía en espíritus y fue tan ingenuo que no se dió cuenta de que sus subalternos andaban conspirando en su contra. Él ha sido el principal mártir de nuestro panteón nacionalista por demócrata, en estos años en que la democracia se nos presenta como la panacea de los sistemas políticos.

Aahh! Lo mataron.

Es que era un tipo peligroso, porque la legitimidad estaría en su favor mientras viviera. Si no se rajó con el aparato militar y político del Díaz, segurito hubiera planeado algo contra el Huerta, o quien fuera… Total, lo mataron. No lo mandaron a Cuba a tomar mojitos, como lo propuso el embajador cubano en México. Lo mataron. Y mataron a su hermano, por grillero también.

Pero al menos no lo sacaron de Palacio en pijama…

Como sea, fue un demócrata de hueso colorado, y por lo tanto un confiadote e ingenuote que creía que el “pueblo” existía por sí mismo. Que creía que el “pueblo” siempre sabría lo que era bueno para la “patria”, que creía en la libertad de expresión aunque los medios impresos fueran propiedad de sus enemigos, y que, en fin, también creía que los espíritus le hablaban.

Por eso se lo echaron, porque la revolución la hicieron con la fuerza, no con ideales bizarros.

Levanté la mirada después de leer que la viuda de Don Panchito Madero, Sara Pérez (o el sarape de Madero, como la apodaron en la época), vistió de luto hasta el último día de su vida, cuando vi que pasaba justo frente a la Delegación Venustiano Carranza. Moría de ganas de correr a abrazar la estatua del remedo de Coronel Sanders, para sentir que la venganza es dulce. Pero tenía que llegar al AGN, antes cárcel de Lecumberri, y entrar  por el mismito lugar en que encontraron el cadáver de Madero todo cubierto de piedras la mañana del 22 de Febrero de 1913…

decena2

*Paco Ignacio Taibo II, Temporada de zopilotes, México, Planeta, 2009.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aló tocaya¡ Ándale, ya ves, por andar dudando de aquello del profético 2010 luego de 1910 y 1810. ¡Aguirre Rojas tenía razón!

Deja te confieso algo medio penoso: en 2004 cuando hice mi examen para entrar a la UNAM, a inicios de marzo comencé a leer "México Negro" de Martín Moreno (ahh, golpes de pecho). Y cuando llegué al momento en que Cárdenas expropiaba el petróleo era 18 de marzo. Yo sé exactamente cómo te sentiste, aunque tú leíste algo bueno, jojo.

Saludos

Gastón dijo...

ke tranza

mira ke bién todo este post tuyo ke se nota que eres conocedora de buenos escritores, creéme, no conozo muchos, tengo tan solo la referencia de taibo II por una novela de un investigador ke busca a un asesino en serie, ke no recuerdo el título, creo ke era algo así como días de combate...

me fascino esa frase de ke fuiste complice de los susurros, no por tus oídos, si nó por tus ojos

yo por estos días siento lo mismo, pero no tenía el así bien definido el cómo fué ke leyendo cosas ke pasaron ayer, hoy te las puedes topar, vivir y hasta odiar

todo dentro del contexto de nuestra vida actuál, no la mía, no sé la tuya, pero sí la del "país" que ocupamos, como hay frentes ke no aceptamos la supuesta legitimidad de quienes nó nos representan y ke balbucean frente a una desgracia, pero defienden energicamente los estandartes represores

de cómo los caminos hacia las utopías nos hacen creer que son insostenibles e ilusos, pero ke verdaderamente existen, y que a los que muhcas ocaciones, creíamos, o creen que son menos, si menos, así de que no saben nada,y darles un calificativo de "pobre gente" nos lo están mostrando

en fín, leo hoy manifiestos, pensares, aventuras, proyectos y acciones de libertarios y anarkistas, pero de hace cien años, y creo que al menos en ese contexto estamos igual, igual que hace 100 años, anarkistas perseguidos, encarcelados, desterrados

sus ideales y pensamiento son magnificos ala par de que están de nueva cuenta en contra de los mismos de hace 100 años, nuestra evolución social no depende ya de que cambie de color la presidencia, o sí un encapuchado toma la tribuna o si hay una nueva revolución armada, como se supone, que la historia lo marca: "cada cien años, hay un movimiento social"

al igual que hace cien años, los anarkistas no creyeron en el movimiento revolucionario burgues de madero, hasta zapata lo mandó a la gaver y siguió por cuenta propia contra él, cargando sus consignas y exigencias justas: tierra y libertad

chido por referndarme una idea que traía algo atorada, saludos y esas cosas

Anónimo dijo...

Hiciste que me diera curiosidad el libro, así que gracias por inducir la lectura, lo hago también para entender esa parte de querer abrazar la representación del coronel Sanders; por cierto, en el marco del aniversario luctuoso, será estrenado el documental, que lleva el mismo nombre, del libro, en el history channel, a las 2100 Hrs.