martes, 30 de diciembre de 2008

Sobre el menosprecio de la carne y la sexualidad en el cristianismo

En la entrada anterior, hablaba de la importancia de estudiar las implicaciones culturales del catolicismo en el pasado, como una especie de re-versión de la idea que permea en la historiografía que nos habla de la secularización como un hecho irredimible de la modernidad; y esta vez escribiré sobre la idea del mundo católico acerca del cuerpo humano. Esta reflexión se origina por la inquietud de conocer porqué se ha creado la concepción de las cuestiones corporales como algo sucio, y que es per se malo, en su relación con el rol de género que se ha construido en las sociedades en las que prevalece esta estructura religiosa. (proximamente hablaré más sobre las cuestiones de género, pero ahora será suficiente mencionar que el género se refiere a la idea de que los diferentes roles que juegan hombres y mujeres en la sociedad, son una construcción cultural. Es decir, que no son vistos como algo que esté dado de manera natural, sino que se considera que son más bien comportamientos determinados por la cultura. Por lo tanto, estos roles no son definitivos y pueden deconstruirse)

La tendencia del cristianismo a despreciar todo lo carnal, tiene su orígen, por supuesto en la máxima fuente de las ideas cristianas: la Biblia. Sin embargo, este libro no puede contener una versión acabada de "la verdad". Nos estamos colocando en una postura arreligiosa, por ello, desecharemos la idea de que la Biblia es la "palabra de Dios" y tendremos más bien como un hecho incuestionable que es un libro que existe, que ha sufrido muchas modificaciones a lo largo de su historia, y que también ha sido leído de diferentes formas por pueblos e instituciones religiosas distintas (la más memorable tal vez sea la de la magistral obra de Stanley Kubrick, "Naranja mecánica", en la que el ultra-violento protagonista nos deleita con su inigualable imaginación sádica). Luego de aclarado este punto, podemos afirmar que la Biblia, al igual que cualquier otro libro, actitud, idea, afirmación, palabra, mueca, sonido o imagen, puede ser interpretado -repito interpretado- de distintas maneras. La interpretación católica de este libro, entonces, no puede mantenerse ajena a los avatares de la Institución a lo largo de miles de años; incluso, la capacidad de la Iglesia de transformarse ella misma y también su particular interpretación de la "palabra de Dios", es la mayor de sus cualidades, porque es eso lo que le ha permitido renovarse continuamente y, por lo tanto, seguir existiendo y tener un público cautivo a su alrededor. Un ejemplo de ello es la reciente eliminación del limbo, que ha dejado a millones y millones de bebés en un espacio aún más indefinido que aquél lugar.

Entonces, si pensamos que la interpretación católica no ha sido excluyente de las culturas locales en las que se ha impuesto (el ejemplo más cercano es la aceptación del culto a la Virgen de Guadalupe en México, hacia la que hubo gran resistencia por parte de algunos frailes que no se beneficiaban de las limosnas), podemos considerar que la primera gran prueba del cristianismo fue la de implantarse con éxito en el mundo greco-romano. Así, tomaron ideas de la filosofía griega para lograr prevalecer en ese mundo "pagano".

Aquí comienza lo bueno, porque la idea platónica que separa el cuerpo del alma, fue fundamental en el naciente cristianismo, ya que se consideró que el alma era la verdadera escencia del ser humano, en la que se encontraba el verdadero destino y realización del mandato divino: al morir dejamos el cuerpo para ser juzgados, y el alma pasará al cielo o al infierno (el purgatorio llegó después, como el lugar en el que se esperá cumplir cierta pena, si es que no se cometieron en vida pecados mortales). El cuerpo, entonces, es materia evanescente, que desaparecerá, y el mundo terrenal no es más que el valle de lágrimas por el que debemos pasar para lograr la salvación eterna, cuestión mucho más importante que andar en el mundo buscando saciar nuestras pasiones. Por eso lo carnal es pecaminoso (habrá que decirselo a los sacerdotes pederastas).

Este dualismo alma/espíritu ha dirigido gran parte de las prerrogativas que componen el aparato moral del catolicismo. En este, la mujer es desde el orígen mismo de la creación el ente que encarna la curiosidad, ingenuidad, tentación, pecado, etc. etc. Todo por la Bendita Eva, que por andar de curiosita queriendo saber la verdad, condenó al castigo a la humanidad entera. Y bueno, si el mundo empezó con ese hecho tan poco halagüeño para las del "sexo débil", lo que siguió en esas reglas morales instauradas por los padres (no madres, ni madres!) de la Iglesia no resultó tan conveniente para nosotras. Sobre esta cuestión, escribiré proximamente.


Por último añado una imagen que encontré en un ACI prensa, periódico virtual católico. Se trata de una caja de cerillas que unas feministas españolas andaban repartiendo en un mitin. Que Dios seapiade de sus almas.






1 comentario:

Myriam dijo...

Me encantó tu post y el punto de vista desde el cual lo abordas. Ojalá más adelante lo retomes, porque me dio la impresión de ser el inicio de un texto más grande.

Te sigo leyendo ;)