viernes, 6 de noviembre de 2009

Adiós a las Lunas de Octubre!

Recuerdo que algún día le dije a mi papá que mirara la Luna, porque estaba hermosa. Me contestó que no traía lentes, y no podía verla. Ahora me pasa igual a mi: soy miope. Si trato de mirar hacia ella sin lentes, veo una mancha luminosa e indefinida con un halo alrededor que me impide aún más distinguir su imagen.

Mirar el cielo siempre me ha parecido fascinante, pero vivendo en esta ciudad eso es algo que no tiene mucho sentido, porque la luz que la inunda todo el tiempo hace imposible observar las estrellas. En cambio en muchos lugares de provincia, voltear la mirada hacia arriba es un verdadero placer.

Hace poco platicaba con mi amiga Nancy sobre los viajes (físicos, no mentales). Yo le decía que no suelo demostrar mucho entusiasmo ante eso, que es algo que muchas personas anhelan y disfrutan como lo mejor que hay. A mi sí me gusta, le decía, pero tampoco es lo máximo. Simplemente voy de aquí para allá, me transporto, observo, camino, corro, grito, etc. pero es una actividad cuasinormal que no celebro ni nada; la vivo y ya. Incluso le platiqué que la última vez que viajé a la playa ni siquiera me metí al mar, y se sorprendió muchísimo.

Ahora que pienso en la Luna y las estrellas, creo que me puedo crear la historia de que me encanta ver el cielo fuera de la ciudad y que por eso quiero viajar, y lo anhelo y lo planeo y me emociono y lo hago. Si, se me antoja ir lejos de aquí, en donde las estrellas brillen y yo mire hacia el cielo y entrecierre los ojos para tratar de tener una imagen un poco borrosa y sin detalles, pero por lo mismo más completa del cielo. Como si tratara de crear en mi mente un cuadro entero de lo que miro a través de la opacidad y la falta de nitidez que me impida concentrarme en un punto del firmamento, o en una sola estrella. Tal vez también esté el mar en ese cuadro, y la brisa moviendo mi cabello mientras la humedad envuelve mi cuerpo. Genial!

Además, la desconexión que implica adentrarse en la dinámica de un viaje simpre reconforta frente a la cotidianidad sofocante de la vida citadina. Salirse del contexto para, simplemente, estar.

Pero… estando hasta el cuello de ciudad, es imposible olvidarse de los conflictos. Mes de octubre, se van tus Lunas y dejas la desazón, la sorpresa y el coraje.

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1 comentario:

Blogger Pechocho dijo...

Vàmonos, pues, a la provincia...

O aprovecha ahora los innumerables apagones que brotan por doquier :P

Saludos!