jueves, 23 de septiembre de 2010

La niña sinnombre

Era de noche. En la ventana se traslucía un leve replandor azulado, de abajo hacia arriba, que me hizo pensar un breve instante que la Luna se había caído de las alturas. Y estaba sola, en el cuarto casi vacío que ahora alberga mis sueños, afortunados, cuando puedo dormir sin dificultad. Mis únicas pertenencias: una cama, un escritorio, mis plantas y uno que otro objeto de higiene personal.

Me cambié, me fui de casa, huí del terruño, dejé mi hogar, me emancipé: me volví la niña sinnombre. Hoy, hace ya poco más de una semana, estoy viviendo en un departamento compartido con unos amigos, en una colonia porfiriana del D.F. cuyas oscuras calles me rodean cada noche. El lugar tiene su mala fama, ganada a pulso a través de los años gracias a la decadencia natural de un proyecto urbanizador añejo, que terminó siendo absorbido por una ciudad crecida caóticamente.

Los antiguos edificios que en algún momento eran la señal palpable del orden y el progreso, se han ido deteriorando naturalmente, por lo que sus inquilinos han pasado a ser gentes como yo: fuereños y fuereñas de bajo presupuesto. Por eso la inseguridad es común en este lugar tan representativo de una urbe que, en algún momento, creció tan desaforadamente que no pudo contener a tantos mortales sin que éstos enloquecieran un poco de olvido, natural o heredado, del significado de la palabra “comunidad”.

Antes de vivir aquí había experimentado una sola mudanza. Tenía tres años, y el recuerdo que conservo de ese día es el de un camión lleno de cosas, y una madre con lágrimas en los ojos. Yo no tenía conciencia en absoluto de lo que significaba cambiarme de casa, por lo que aquél llanto fue para mí simplemente un detalle curioso que, ahora que lo pienso, al paso de los años se habría borrado si hubiera sido totalmente irrelevante.

Estábamos iniciando un proyecto de vida llamado “familia núclear”, en una Unidad Habitacional construída en las periferias expresamente con ese objetivo. Y eran realmente las periferias porque estábamos del lado externo al Anillo Periférico, avenida que pretendía rodear la ciudad. En aquéllos tiempos habitábamos la metrópoli, que ahora es más bien una zona bien metida en el corazón del D.F. Recuerdo bien que desde el primer día que llegué ahí encontré compañía, porque al igual que la mía, las familias que llegaron a la nueva Unidad estaban compuestas por padres jóvenes con hijos pequeños, como yo. Por eso rápidamente encontré a quien sería mi mejor amiga durante prácticamente toda mi niñez, hasta el día en que, en sexto de primaria, no  quise compartir con ella mi sandwich y dejó de hablarme, hasta la fecha.

Mis vecinxs fueron al mismo tiempo mis compañerxs de juegos, de escuela, de juergas, y hasta de romances. En mi barrio pasé más de veinte años de mi vida, entre la contaminación de la delegación más grande y habitada de la ciudad, y el oxígeno proveniente de la única delegación que conserva un lago en sus entrañas. Ahí crecí, punto.

Y me sorprendo de mi propio desarraigo, al pensar que cambiarme abruptamente de casa no me provocó lo que a mi madre en aquella mudanza. No sentí el vértigo de haber dejado atrás la comodidad y tranquilidad de la casa familiar, no sentí la nostalgia de ver muy poco a mis amigxs, no tuve temor por lo que me esperaba, no sentí que me estuviera desprendiendo de un pasado que me marcó, y no lloré.

Sin embargo (siempre hay un sin embargo), el día de hoy, al visitar mi antiguo terruño, vi cuán avanzada está la construcción de la línea doce del metro y sentí una especie de nudo en el estómago, como si repentinamente me diera cuenta de que la próxima vez que vuelva las cosas van a estar tan cambiadas que no las voy a reconocer. Y eso me aterró.

Pienso que después de todo, las transformaciones constantes en la ciudad, son las que nos han hecho perder el sentido de pertenencia a un paisaje que siempre es difícil de reconocer. Los referentes que me acercan al arraigo se me escapan de los ojos en el lugar que por antonomasia está cambiando todo el tiempo, en donde la naturaleza hace su aparición sólo como un elemento decorativo, y donde el espacio público, supuestamente de todos, realmente no le petenece a nadie.

Y así me explico mi ausencia de nostalgia al moverme de sitio. Finalmente sigo en la misma dinámica citadina de compañías solitarias, pero ahora a unos cuantos kilómetros del lugar en que crecí.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Técnicas de venta

Hola amiga! Perdón si te interrumpo, pero te ves buena onda. Es que a veces hay chavas bien mamonas que nada más se les acerca uno, y luego luego te dicen que no tienen tiempo o te ven así, de arribabajo, y dan ganas de golpearlas. Pero me contengo, no te preocupes, uno no puede andar por la vida así, golpeando al primero que lo ve feo. Se ve que tú no eres de esas, por eso permíteme unos minutitos para que te explique algo.

Es que ya ves que muchos andamos sin trabajo, por la pinche crisis , esa quesque ya se acabó, pero por más que el gobierno dice que se crearon no sé cuantos empleos, pues uno nomás no consigue nada, verdad? Por eso me veo en la necesidad de salir a la calle para andar ofreciendo esto, mira sin compromiso eeh. Es más si quieres sácalo de su empaque para que lo veas bien y mientras te voy explicando.

No sé si has oído hablar del bicentenario. Sí? Ah, pues si verdad, con tanta publicidad que le hacen en todos lados quién no lo conoce. Esto que te traigo es la última novedad del bicentenario. Fíijate, si lo abres de este segurito, click!, trae ahí adentro algo. Orale amiga, te tocó una uña! Sí, esa mera. Bueno, si te fijas bien no está completa, porque las uñas no es fácil encontrarlas completas, y menos después de 200 años.

Fíjate amiga, tienes suerte, porque esa uña está con su barniz rojo, o sea que te salió la de la corregidora, Doña Josefa. En serio mira, a un lado de la uña hay una carta escrita con letras recortadas de periódicos y revistas, ya sabes, porque la Pepita no sabía escribir, que porque nomás leía. Ya ves que no les enseñaban a escribir a las mujeres. Bueno eso dicen.

Te digo que andas de suerte chica! Porque te tocó una reliquia de las raras. Es que mira, hay diferentes cajitas. Todas vienen adornadas con su bandera de México de un lado, y la imagen de la virgencita del otro, pero lo que te salga adentro de la cajita es sorpresa. Ándale, así como la cajita feliz! El otro día le vendí una a un chavo aquí, justo frente al Palacio Nacional, en la que le tocó un mechón de pelos del bigote de Zapata. Lo supimos porque estaban recios recios, así negrotes y traía además una espuela de esas de montar y venían envueltos en una hoja de tamal. Es que hasta para este trabajo uno tiene que saber eeh, no te creas, porque lo de la hoja de tamal no cualquiera sabe qué significa. Como El miliano Zapata peleó por que los campesinos tuvieran donde sembrar, por eso cuando a él lo mataron le pusieron en su tumba unas hojas de maíz, que era lo que la gente le agradecía, que hubiera peleado por la tierra para sembrarlo.

Pero te digo, que por eso además de la reliquia que te vengo ofreciendo, la caja de por sí ya es una cosa de valor. Imagínate que dentro de 20 o 30 años, cuando ya hayan pasado muchos años del bicentenario, tú puedes tener esta caja que es de colección. Porque mira, voltéala y ve que en la parte de abajo tiene un número, sí ahí al lado de donde dice madeinchina.

Pues es porque, para empezar, los que se pusieron a juntar tanta reliquia quieren que quede garantizado que son verdaderas, y con ese número los que la compran pueden saber que es genuina. Así mira, esa que tú tienes de la corregidora, es la 100-228.

Pero no creas que a fuerzas te tienes que quedar con esa, porque aquí traigo varias cajas más, y por si quieres la de algún héroe en especial, pues la buscamos. El otro día aquí enfrente de estos edificios del Gobierno del Distrito Federal, un chavo andaba necio con que quería ver si salía la de Ricardo Flores Magón. Yo le decía que esa no la había visto, y nos pusimos a buscarla. Él decía que de seguro iba a traer sus lentes redondos, pero aunque al final no encontramos esa, sacamos varias de Pancho Villa, y se quedó con una de él, y me dijo que aunque el Centauro del Norte no era anarquista, era lo más cercano a una persona que no respeta la ley.

Y te digo que la que a ti te salió es de las raras. Porque ya ves que casi no había mujeres que en esos tiempos anduvieran en la independencia, al contrario de la revolución, en donde si había más mujeres que andaban metidas en la bola. Aunque la mayoría eran puras Juanas que nadie sabe ni como se llamaban, ni hicieron muchas cosas más que tortillas y pozole sin carne. Pero ahorita que me acuerdo el otro día salió una caja que traía un cacho de rebozo y un pedazo de trenza, y supimos que era de la primera china poblana porque traía en la parte de abajo una imagen en la que se veían mujeres orientales con una mexicana, que por juntarse con ellas le decían la china.
reinacentenario
Te digo que con esto del bicentenario uno sí tiene de donde escoger. Mira por ejemplo, el otro día me encontré a una señora de esas que se ven bien popof de la jai, y ella solita se me acercó preguntando si tenía alguna caja de Francisco I. Madero. Me dijo que nos apuráramos a encontrarla porque ya casi iba a ser misa, y ella iba a la Catedral. Y nos pusimos a buscar, y al final estaba indecisa si llevarse la de Madero o una que encontramos de Vasconcelos, porque te digo que variedad sí hay en las cajitas del bicentenario. La de Madero traía un pedazo ensangrentado de la banda presidencial, ya ves que al pobre lo encerraron en su oficina y no lo dejaron salir hasta que al final lo mataron como perro. Bueno, pues a la señora también le llamó la atención la reliquia de Vasconcelos quesque porque fue el que le dio educación al pueblo. Yo no sé la verdad si eso sea cierto, pero así la señora se emocionó cuando vio que adentro de su caja decía que somos la raza de bronce, y yo no sé por qué, si esa señora era güera.

Te digo que si te interesa otro personaje podemos buscarlo. A ver dime como cual personaje te gustaría que saliera.

Uuuy, no amiga, de Sor Juana no creo que venga eeh.

Bueno, si no te interesa, no te preocupes. Hasta nosotros sabemos quien mas o menos valora estas cosas, y quien no.