martes, 12 de enero de 2010

Una melodía triste

Luego de haber pasado un fin de año muy feliz dandome cuenta de que tengo amigos que aprecio mucho, puedo ver como se va perfilado una de esas inexplicables tristezas que inundan mi ánimo. La primera y más burda forma de explicarme esta situación, es pensar que es por culpa de mis hormonas. Pero si esa fuera la única y genuina razón, la melancolía sería mensual y en el mismo nivel, y eso no es así.

La verdad es que la tristeza puede ser acumulativa, porque los sucesos que causan dolor emocional suelen dejar residuos en el alma. Como el alma es un órgano que se encuentra cerca del corazón, todos los males que pueden afligirlo le afectan indirectamente. Pero el corazón es un órgano vital, y por lo tanto no puede distraer su actividad con cuestiones emocionales, por lo que las tristezas no se acumulan en su interior, sino que, igual que a la sangre, las impulsa hacia otros órganos del cuerpo.

Cuando la tristeza llega a órganos como el estómago, pasa como retortijones e incluso se convierte en gas. El olor también depende de la intensidad de esa tristeza. Si ésta es muy fuerte, incluso puede causar gastritis u otros males digestivos que no es de buen gusto mencionar.

En los riñones sucede muy distinto, porque la tristeza pasa de largo ante órganos tan misteriosos, cuyas funciones pueden incluso descartarse sin que afecten el concierto del cuerpo humano. Sin embargo, al pasar por ahí, la tristeza puede intensificarse ante el espectáculo de irrelevancia que representan estos pusilánimes órganos. Por eso lo mejor es que el corazón bombeé la tristeza con mucha fuerza, para que ésta solo dé un paseo express por los órganos del tronco, y llegue lo más rápido posible a las extremidades.

Es ahí donde la tristeza pierde fuerza, en especial si llega a las axilas. El sudor suele contener hasta un 55.003% de tristeza, de ahí su olor tan penetrante en algunos casos. Es por eso que durante las temporadas de frío suele cundir un clima melancólico, ya que el sudor es escaso y la tristeza puede acumularse en el cuerpo. En cambio, el calor hace salir los excesos y la alegría tiene mayor lugar para crecer dentro del cuerpo.

Pero la forma más efectiva para expulsar la tristeza es la carcajada. Cuando una persona ríe la tristeza se aferra al cuerpo queriendo permanecer en su tibio cobijo, por eso las personas deben reír con fuerza arrancando a la tristeza de las mucosas del cuerpo, ya que tiene ganchillos retráctiles (como las uñas del gato) especiales para encajarse a la carne. Por eso hay gente que por más que ría, no puede expulsar toda la tristeza que trae dentro, y la curvadura de su boca vuelve a su posición invertida tras la sonrisa.

El verdadero problema, sin embargo, no es en estos tiempos el colesterol, que afecta al corazón que ya no puede bombear con mucha intensidad la tristeza. No lo es tampoco la falta de sudor por la inactividad física (aunque, no hay que dudarlo, estas cuestiones contribuyen con su propagación), sino que, como ya habíamos mencionado, la tristeza es acumulativa, y puede llegar fácilmente al alma y alojarse ahí repentinamente.

El ambiente presenta cotidianamente escenas que estimulan a las glándulas que secretan tristeza, y la acumulación en el corazón puede llegar a rebasar los niveles que le es posible bombear. Las taquicardias son la señal más certera de que el corazón está acelerándose por el estrés ante el exceso de trabajo, y mientras la tristeza no salga del cuerpo en forma de sudor o carcajada, comienza a hacer estragos en algunos órganos, comenzando por el alma, que es, después de los pulmones, el órgano más cercano del corazón.

Por eso el ambiente violento de nuestros días, es propicio para el desarrollo de esta enfermedad. La mejor forma de evitar la segregación de tristeza es evitar las escenas que la causan, como el maltrato a la dignidad humana, la violencia hacia los animales, o las injusticias sociales. Desafortunadamente los ojos bien abiertos desdeñan los placeres burdos, como el televisor, y se empeñan en ver este tipo de cosas.

Es por eso que los sentidos, como la vista, a veces son enemigos del alma.

viernes, 8 de enero de 2010

Biografía de Peña Nieto


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martes, 5 de enero de 2010

Un año más. Qué será de mi?

Se me acabó el 2009, año en que descubrí que la vida puede relajarse y el mundo no se acaba. Además, mi blog acaba de cumplir un año, y me siento muy contenta por ello. No pude evitar echar un vistazo a los primeros posts y fue divertido y un poco extraño, porque me di cuenta de que comencé escribiendo simplemente por escribir, sin tener claro qué diablos quería poner. Por eso son entradas un poco raras, en las que me aventuraba a poner palabras juntas sin que hubiera una historia qué contar, pero que según yo sonaban bien…

Como sea, creo que después de un año no puedo jactarme de escribir cosas interesantísimas, ni siquiera de que estén todas impecables, porque por ahí se me van varios errores de dedo y alguna vergonzosa falla ortográfica, y sin embargo, creo que he subido algunas ideas que revolotean mi cabeza de repente, y que se quedan ahí enclavadas obligándome a ponerlas por acá.

Me gustaría ser más consistente en esto, porque me gusta mucho el ejercicio de reflexión que se puede hacer con la escritura, pero como mi mente suele ser bastante caótica, pues la mayoría de las veces paso de una idea a otra en mi cerebro sin retener mucha información, y las ideas se esfuman. También suele suceder que veo por las calles cosas que, de inmediato, sucitan en mí muchas ganas de escribir algo como post, pero luego esas cosas se me olvidan rápido. Más si veo pasar un perrito con la cola peluda (Homero dixit), por eso uno de mis propósitos de año nuevo será atender un poco más mi espacio. Incluso estoy considerando cambiarle el out fit (como diría mia amiga Nan) pa que se vea más chulo.

Aunque la convención (retórica) de hacer propósitos cada año nuevo me parece un tanto absurda, he vislumbrado varias cosas buenas para este año que comienza, que espero poder cumplir con la ayuda de las estrellas y los astros, que ojalá me favorezcan, y las energías universales se alineen en una conjunción armónica para mi buena suerte.

Espero –y esto es una especie de plan anual- que los primeros cuatro meses del año me ilumine el santísimo y me dé sabiduría para, ahora sí, comenzar con la escritura formal, líinea por línea, párrafo por párrafo, cita por cita, de mi tesis. Lo que más quiero es terminarla pronto y que quede lo más presentable posible. Oh si! ya puedo ver como me voy a titular, y el día de mi exámen todo va a salir tan bien, que me van a sacar en hombros del salón. Mi asesora me va a echar la clásica porra chiquitibún al terminar mi exposición, y los sinodales se van a levantar a aplaudirme.

Lo siguiente en la lista de propósitos, que más bien son peticiones a las divinidades positivas del reino de los cielos, es entrar a la maestría con beca. Lo de la beca, lo sé, es pedir demasiado en estos tiempos de crisis y de recortes presupuestales, pero si no es con beca no hay manera. No me imagino leyendo a Ricoeur en mi trabajo vespertino de cajera, o escribiendo sobre Plutarco Elías Calles mientras le llevo la cuenta a una mesa.

Por eso más bien quiero pedirle a las fuerzas sobrenaturales de la mano invisible, que repongan la deteriorada economía nacional, y en caso de ser necesario, que se busquen de una vez por todas otro modelito de producción porque el que tenemos ya está llegando a un extremo insoportable. De ser posible esto en el corto periodo que falta para que haga mis engorrosos trámites de ingreso a maestría, el señor Estado podría pagarme por estudiar. Oh si! es el paraíso de los ñoños.

Otro propósito es recuperar algo (sólo un poco) de mi neurosis compulsiva hacia el ejercicio. Esto se lo voy a pedir al espíritu chocarrero de Enriqueta Basilio. Me avergüenzo de hacer ejercicio sólo unas dos o tres veces por semana, y por eso quiero volver a correr como desquiciada cada mañana. Comenzar con unos 5 km. me parece prudente. Si me lo vuelvo a tomar en serio quizá cumpla mi sueño dorado de correr un maratón, o de ponerme super mamer como fisico constructivista, aunque esa idea ya la voy descartando dado que necesitaría consumir proteínas al por mayor, y con mi vegetarianiada eso es casi imposible. Por eso me conformo con subir unos dos kilos más en estos meses.

El último gran propósito, el cual requiere la intervención divina de San Benito Bodoque es encontrarles dueño a los gatitos y esterilizar a Asraela. Son adorables. ¿Alguien se anima?

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